¿Fuman menos los cubanos?
A pesar de que la prevalencia global del tabaquismo en Cuba ha disminuido ligeramente en los últimos años, pasando del 24% en 2010 al 21.6% en 2020, según datos de la última Encuesta Nacional de Salud, existen algunos preocupantes signos de alarma que merecen atención.
“Esa es indiscutiblemente una buena noticia, aunque todas las otras relacionadas con esta adicción no lo son”, alertaba ante el Parlamento cubano en julio de 2022— al presentar los resultados de la encuesta— el ministro de Salud Pública, doctor José Angel Portal Miranda
Por ejemplo, ilustraba, la prevalencia del consumo de tabaco entre los adolescentes de 10 a 15 años aumentó del 10.5% en 2010 al 12.7% en 2020. Ello sugiere que la iniciación temprana en esta adicción sigue siendo un desafío importante.
Además, los datos revelan que el 78% de los fumadores comenzaron a consumir tabaco antes de los 20 años, y la proporción de fumadores “pesados» (aquellos que consumen más de 20 cigarrillos al día) aumentó del 10% en 2010 al 11.4% en 2020.
Tales patrones indican que el tabaquismo continúa siendo un problema de salud pública complejo en la nación caribeña.
“La más reciente Encuesta Nacional de Salud, llevada a cabo en el periodo 2018-2020 por el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología (Inhem), evidenció que la población cubana presenta importantes problemas de Salud asociados a las enfermedades no transmisibles, cuyo comportamiento puede ser modificado si se cambian hábitos de vida y comenzamos a trabajar en ello desde todos los sectores de la sociedad”, enfatizó Portal Miranda ante la Asamblea Nacional.
Nueve de las diez primeras causas de muerte en el país (excepto las provocadas por influenza y neumonía) están enmarcadas en el grupo de las enfermedades no transmisibles y otros daños, y son más del 80% de las defunciones anuales, de acuerdo con cifras del Ministerio de Salud Pública.
El tabaquismo es un factor de riesgo estrechamente vinculado a estas enfermedades.
Para la doctora Patricia Varona Pérez, investigadora del Inhem, ese 21. 6% de prevalencia, tampoco es despreciable, pues representa 2 014 460 cubanas y cubanos y se traduce en que uno de cada cinco cubanos de 15 años y más fuma actualmente en el país, dijo en declaraciones ofrecidas para el podcast Las 3 del día, de Cubadebate.
Según Varona Pérez, más de 18 000 muertes anuales en Cuba se producen por tabaquismo, y el tabaquismo pasivo cobra la vida de 4 personas no fumadoras cada día, cifras que resaltan la importancia de abordar de manera integral el problema del consumo de tabaco en la población cubana.
En Cuba, el 17% del total de fallecimientos en el año 2020 estuvo relacionado con el consumo de tabaco, cifras calculadas por tres grandes grupos de causas: el cáncer, la enfermedad respiratoria crónica y la enfermedad cardiovascular, específicamente la enfermedad isquémica del corazón y enfermedad cerebrovascular, precisó.
El tabaquismo: una enfermedad “transmisible”
El tabaquismo debe ser definido como una enfermedad en sí misma, y no solo como un factor de riesgo para otras enfermedades. “Provoca signos, síntomas y es una enfermedad adictiva debido a la nicotina. Es una enfermedad sistémica que afecta a todos los órganos del cuerpo y es también una enfermedad crónica y contagiosa”, explicó la especialista.
Si bien una enfermedad contagiosa típicamente implica la transmisión de un agente biológico, en el caso del tabaquismo “el mecanismo de transmisión es social”. Esto es un aspecto clave a tener en cuenta, dijo Varona Pérez.
En ese sentido, una de las principales preocupaciones es la influencia del entorno social en la iniciación de los adolescentes y jóvenes en el consumo de tabaco. Estos grupos representan el “reemplazo seguro” de los fumadores adultos en el futuro, por lo que es crucial trabajar en estrategias preventivas dirigidas a ellos.
La epidemióloga reconoce que a veces las personas se sienten desalentadas al hablar del tabaquismo, creyendo que se les está juzgando desde una posición de salud pública o desde los sectores que apoyan la reducción de la conducta de fumar en la población. “Pero hablar del tabaquismo y del tabaco son cosas distintas”, aclara.
“Sabemos que ahora, en este minuto, una lucha frontal contra el tabaco en nuestro país es imposible, teniendo en cuenta la compleja situación económica por la que atravesamos, y que el tabaco es uno de nuestros rublos exportables. Hablar de eliminar el tabaco no es objetivo, porque no es real, porque miles de personas y sus familias dependen económicamente en Cuba de este producto.
“Por lo tanto, no hablemos del tabaco, pero sí del tabaquismo, que es algo en lo que sí podemos desarrollar acciones concretas para reducirlo y proteger la salud de la población”, dijo.
La evidencia científica demuestra que la prevención y control del tabaquismo es la medida preventiva de mayor impacto para reducir la morbilidad y mortalidad evitables. “El control de esta adicción es clave para reducir las enfermedades no transmisibles, que son las que más enferman, discapacitan y matan a la población cubana. Además, el tabaquismo es el factor que más aporta negativamente a la esperanza de vida al nacer de los cubanos”, añadió.
Un grupo de expertos del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME), una institución global, ha definido 11 problemas prioritarios que los gobiernos deben atender: el impacto a largo plazo de la pandemia de Covid-19, la salud mental, el cambio climático, las enfermedades cardiovasculares, las infecciones respiratorias, la diabetes, la demencia, el fortalecimiento de los sistemas de salud y el envejecimiento.
“El consumo de tabaco está estrechamente relacionado con muchos de estos problemas”, enfatizó la epidemióloga.
A nivel global, la prevalencia del consumo de tabaco, es decir, la frecuencia de personas fumadoras entre la población adulta de 15 años o más, ha ido disminuyendo tanto en hombres como en mujeres, aunque de manera desigual entre regiones y países.
En Cuba también se observa una tendencia descendente en la prevalencia del consumo de tabaco desde 1995, cuando se comenzó a utilizar el mismo instrumento de medición, lo que le da solidez a los resultados, señaló Varona Pérez.
Sin embargo, dijo, la prevalencia actual en Cuba en la población de 15 años o más, no debe generar tranquilidad. Si bien el consumo global y por sexo ha disminuido, en poblaciones clave como los y las adolescentes se ha incrementado, con un crecimiento elevado entre los 12 y 17 años, y considerable entre los 17 y 19 años.
Otra preocupación es la reducción de la edad de inicio en el consumo de tabaco, con más del 78% de las personas iniciándose antes de los 19 años, en comparación con el 75% registrado en 2010.
Además, señaló la especialista, se ha observado un aumento en la prevalencia de exposición al humo de tabaco ajeno, que afecta a más de un 40% de la población.
La experta opinó que “es necesario defender espacios libres de humo como un derecho a la salud, en todos los escenarios posibles, con énfasis en el hogar y lugares de trabajo, en los que se consume gran parte del tiempo de vida y en los que grupos muy vulnerables como niños y ancianos tienen mayor probabilidad de enfermar”.
Es preocupante que aún persista el consumo de tabaco en mujeres embarazadas y la exposición al humo de tabaco ajeno, con los efectos nocivos que esto conlleva para la salud del futuro bebé, apuntó.
Otros datos que ilustran la problemática
“Las enfermedades no transmisibles son responsables del 80% del total de muertes anuales y la tercera parte de la mortalidad prematura”, enfatizó la entrevistada.
Las estadísticas son lo suficientemente claras:
- 36 cubanos fallecen cada día y dos cubanos mueren cada hora por tabaquismo activo.
- Como consecuencia del tabaquismo pasivo, cada 24 horas fallecen cuatro personas en el país, no fumadoras de 35 años y más, solo por enfermedades asociadas, como cardiopatía isquémica y cáncer de pulmón.
- Según datos de la Encuesta Nacional de Salud, la media de inicio en el consumo del tabaco fue de 17.4 años, similar en las zonas urbana y rural y mayor en las mujeres que en hombres, comportamiento similar a lo observado en el año 2010.
- Uno de cada 10 fumadores se inició antes de los 12 años, aproximadamente cinco de cada 10 entre los 12 y 16 años y dos de cada 10 entre los 17 y 19 años. Al comparar con el año 2010, los fumadores se iniciaron más tempranamente. El mayor incremento se observó en los grupos de 10-11 años (21,4%); de 12-14 años (10,8%), seguido del de menos de 10 años (7,8%).
- Se destacó que en los que se iniciaron antes de los 10 años hubo una tendencia al predominio en las mujeres en la actual encuesta.
- La media de años fumando, en fumadores diarios fue de 30,6 años.
- Los resultados de la encuesta muestran que por sexo, la prevalencia de tabaquismo en hombres fue de 28,0% y en mujeres de un 15,4%.
- Se redujo en ambos sexos al comparar con la III Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2010): de 31.0% a 28,0% y de 16.4% a 15,4%, respectivamente. La prevalencia en los grupos más jóvenes se incrementó en ambos sexos con predominio en las mujeres, explicó.
Sobre las razones por las cuales los adolescentes se inician en el consumo del tabaco, la especialista subrayó la reafirmación de independencia, búsqueda de aceptación en el grupo, adelantar la adultez y la imitación de modelos que admiran, entre las fundamentales. “Es por eso que se necesita una política protectora intencionada, articulada con las decisiones de país y coherente, que desdestimule el inicio de fumar”, dijo.
La “trampa” de los cigarrillos electrónicos
Se necesiten décadas para comprender plenamente los efectos del vapeo en las personas.
Para la doctora Elba Lorenzo Vázquez, coordinadora nacional del Programa de Prevención y Control del Tabaquismo, de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, Prosalud, hay un nuevo elemento que amenaza el avance en la reducción del tabaquismo, sobre todo en los jóvenes.“Se trata de los cigarrillos electrónicos, que aunque está prohibida su entrada al país, su diversidad de formas y tamaños permite que a veces escapen de la vigilancia. Es importante alertar sobre estos productos”, destacó.
Explicó que los cigarrillos electrónicos, también llamados vaporizadores electrónicos, son dispositivos a pila que producen un aerosol al calentar un líquido, que, por lo general, contiene nicotina con saborizantes y otras sustancias químicas, las cuales llegan a los pulmones en forma de vapor en vez de humo.
Los cigarrillos electrónicos vienen de muchos tamaños y formas Algunos han sido fabricados para que parezcan cigarrillos, cigarros o pipas regulares. Otros parecen bolígrafos, unidades de memoria USB, un resaltador u otros artículos de uso cotidiano. Pueden ser desechables, recargables mediante un contenedor de carga o recargable con cartucho de un solo uso, dijo.
Refirió que las compañías de cigarrillos electrónicos a menudo los promocionan como un producto más seguro que los cigarrillos tradicionales porque no queman tabaco.
“Sin embargo, el Grupo de Trabajo sobre Servicios Preventivos de los Estados Unidos —un grupo de expertos en salud que hace recomendaciones sobre la atención médica preventiva— concluyó que no hay suficiente evidencia para recomendar los cigarrillos electrónicos para la cesación del tabaquismo en los adultos, incluidas las mujeres embarazadas”, subrayó Lorenzo Vázquez.
Aunque se promociona como un producto para dejar de fumar, no existen datos concluyentes de sus beneficios, agregó.
De acuerdo con la experta, estudios han demostrado que la mayoría de los adultos que usan cigarrillos electrónicos no dejan de fumar cigarrillos regulares y, por el contrario, siguen usando ambos productos (“uso doble”).
En algunos países hay una creciente evidencia que los adolescentes que lo usan triplican sus posibilidades de comenzar a fumar en el futuro. También puede aumentar el riesgo de futuras adicciones a otras drogas, enfatizó.
“Los saborizantes de los cigarrillos electrónicos se convierten en otro factor adicional para el aumento de su consumo, ya que la gran diversidad de sabores, aromas y líquidos en él, proporciona más atracción hacia los jóvenes”, dijo.
Apuntó que el aerosol del cigarrillo electrónico no es inofensivo. Puede contener sustancias dañinas y potencialmente dañinas, como la nicotina, metales pesados como el plomo, compuestos orgánicos volátiles y agentes que causan cáncer.
“La nicotina es poderosamente adictiva, es tóxica para los fetos en desarrollo, es un peligro para la salud de las mujeres embarazadas y su bebé en gestación. Puede afectar el desarrollo del cerebro en los adolescentes que continúa hasta los 20 a 25 años”, añadió Vázquez Lorenzo.
También pueden causar lesiones involuntarias. Las baterías defectuosas de los cigarrillos electrónicos han causado incendios y explosiones, algunos de los cuales han provocado lesiones graves. Además, la exposición aguda a la nicotina puede ser tóxica. Hay niños y adultos que se han intoxicado al tragar, inhalar o absorber el líquido de los cigarrillos electrónicos, ejemplificó.
El Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, notificó a finales del 2019, 2 051 casos de lesiones pulmonares asociado al vapeo, y 39 muertes. Este centro además, ha declarado que en ocasiones los cigarrillos electrónicos pueden ser alterados por las personas y volverse potencialmente peligrosos por la incorporación de sustancias ilegales, señaló la especialista.
Asimismo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), el 5 de mayo del 2016 anunció que a partir de ese momento las reglamentaciones nacionales sobre el tabaco se extendían a todos los productos de tabaco, incluidos los cigarrillos electrónicos y sus soluciones líquidas.
La Organización Mundial de la Salud declaró que actualmente la venta de cigarrillos electrónicos con administración de nicotina está prohibida en 32 países y otros 79 han adoptado al menos una medida parcial para prohibir el uso de dichos productos en lugares públicos, poner cotas a la publicidad, promoción y patrocinio conexos o exigir advertencias sanitarias en el empaquetado.
“Ningún uso de tabaco incluidos los cigarrillos electrónicos, es seguro. Casi todos los productos de cigarrillos electrónicos que se venden contienen nicotina, que es la misma droga adictiva que se encuentra en otros productos de tabaco, como los cigarrillos convencionales y los tabacos”, dijo.
En el país, señaló, no se comercializa, ni se promueve el consumo del cigarrillo electrónico y se identifica la necesidad de disponer de un marco regulatorio ante la nueva tendencia a su uso, enfatizó.
Vázquez Lorenzo informó que Cuba se prepara para aplicar la V Encuesta sobre tabaco en Jóvenes como vigilancia del consumo y en base a sus resultados trazar nuevas medidas y reorientar las estrategias para enfrentar este problema de salud.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud, seis de cada diez personas que fuman en Cuba desean dejar de fumar y el 92% de los fumadores apoyaría leyes para prohibir el consumo de tabaco, datos que en medio de esta problemática son alentadores.
Deberían bastar las estadísticas para que la población gane conciencia de los incontables perjuicios que entraña esta adicción, la cual puede hacerse a un lado con motivación, perseverancia, autocontrol, independencia y firmeza.
“Fumar es el resultado de un aprendizaje, por tanto es posible que todo fumador pueda construir una nueva forma de hacer”, insisten los expertos.
Por lo pronto, cuando este 31 de mayo el planeta despierte celebrando otro Día Mundial sin Fumar, ya habrán muerto por causas atribuibles al tabaco casi cuatro millones de personas, y el motivo de su muerte será, paradójicamente, la principal causa prevenible de defunción en todo el mundo.
Alrededor de otros cuatro millones de personas, hasta sumar casi ocho, habrán fallecido también para cuando termine el año, y el ciclo se repetirá en el calendario siguiente si no se intensifican las medidas para contrarrestar en sociedad esta enfermedad.