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«Me faltaría el aire fuera de la enfermería»

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«Lo que conozco se lo debo a los tantos profesores que he tenido», declaró a Vanguardia la destacada enfermera Mayelín Merconchini Machado.

Han pasado 27 años y Mayelín Merconchini Machado no olvida aquel día en que pudo gritarle al viento: «Soy enfermera». Desde entonces siente la pasión de un oficio cómplice de múltiples alegrías y también de ratos amargos.

Antes de graduarse fue alumna ayudante de ginecobstetricia, y recuerda siempre las enseñanzas de la seño Mercedes Carbó.  De ella aprendió mucho: «Un amor profesional que me cautivó porque atiende a dos personas: a la madre y al bebé, por lo que demanda entrega, profesionalidad y contribuye a esa armonía familiar que crea la mujer ante el nacimiento de su pequeño». 

El ejercicio de Merconchini es más amplio. Rotó por cirugía, nedicina interna, ortopedia, los procederes quirúrgicos, las ciencias básicas y pediatría —otra de las especialidades que marcó su sensibilidad y no pocas veces le aflojó el alma, sobre todo en hematología—, hasta llegar a la neonatología, «la cual amo».

Mayelín Merconchini junto a compañeras del hospital materno de Villa Clara.
Integrantes de su colectivo. Actualmente, Mayelín es jefa del servicio de puérpera quirúrgica en el Materno santaclareño. (Foto: Ricardo R. González)

—¿Y la docencia?

—No la puedo abandonar. Soy la jefa del Grupo Provincial de Obstetricia, profesora principal; más de 18 años como docente en la institución y en la Facultad de Enfermería de la Universidad Médica villaclareña, la que considero que posee un claustro de primera línea y resulta una dependencia de primer nivel.

—Eres especialista de I Grado en Enfermería materno-infantil; sin embargo, no detienes el aprendizaje.

—Hay que buscarlo, encontrarlo, renovarte, conocer lo que sucede en el mundo y lo que puedes aplicar. Ahora realizo la maestría en Ciencias de la Enfermería, pero tengo otras aspiraciones.

—Tuviste la oportunidad de pasar a estudiar Medicina, ¿por qué no lo hiciste?

—Amo lo que hago, y me siento tan útil que no existe nada que me recompense más. No solo en cuestiones inherentes al parto, también en ayudar a la recuperación de una mujer que padezca alguna afección ginecológica o ante situaciones que merecen todo el apoyo emocional, como el cáncer de mamas o de endometrio.

—Se habla del parto respetuoso como modalidad que te ha cautivado sobremanera. ¿Cuáles son sus principios?

—Nuestro hospital ginecobstétrico Mariana Grajales está enfrascado en los cuidados maternos y neonatales a partir del respeto. Trabajamos en el parto en función de lograr que la madre y la familia estén vinculadas, y en un escenario donde la mujer sea protagonista de su propio alumbramiento a partir de su idiosincrasia, cultura, religión, sus necesidades dentro del servicio a fin de garantizar un proceso más rápido, de calidad y que ese recién nacido, desde el momento que llega al mundo, vaya al regazo de su mamá para potenciar el amor filial y la necesaria lactancia materna.

Mayelín Merconchini con su nieta recién nacida
La ternura de una abuela con su nieta Anaylé. (Foto: Cortesía de la entrevistada)

—Pero, el alcance de este programa es más amplio, ¿verdad?

—Comenzó en octubre. Sancti Spíritus es la provincia vanguardia y allí recibimos un curso. Se nos preparó para compartirlo entre todos los enfermeros, incluso los del programa del Médico de la Familia, con acciones integradas que nacen en el consultorio, van al policlínico, llegan a los hogares maternos y terminan en el hospital.

«Tenemos madres que no reciben sicoprofilaxis del parto en el área de Salud, y por ello en nuestro hospital impartimos la sesión de emergencia desde que llega al Cuerpo de Guardia hasta el momento del alumbramiento, para facilitar el proceso. Que sepa cómo va a transcurrir su parto e, incluso, pueda tomar ciertas decisiones.

«El proceso abarca, además, un consentimiento informado de lo que se va a realizar, y desde el camillero que la recibe y cada uno de los especialistas deben respetar la atención a la mujer de principio a fin».

—¿Cuáles son los valores imprescindibles para ejercer la profesión?

—Vocación ante todo y sacrificio personal. La Enfermería ofrece muchas alegrías, pero también momentos amargos. En mi caso he pasado fines de años alejada de la familia, pero el deber me llama. Nunca olvidaré uno en que teníamos cinco bebés bajo peso en el servicio, hijos, incluso, de compañeros de labores. Otro momento crucial fue con los trillizos de Caibarién, porque cuando estabilizábamos a uno era necesario acudir al otro dentro de un proceso complicado. Pudiera dar muchos nombres, pero temo olvidar alguno. Gracias a un equipo unido en el plano médico y a enfermeros maravillosos se logran proezas y resultados.

—¿Hasta qué punto la profesión y tu entrega han interferido la vida familiar?

—La incondicionalidad y el respaldo de ellos ha sido mi sostén principal. Mi esposo me dice que siempre que el sacrificio aporte a mi vida profesional, que siga adelante. No es secreto que él cocina, lava y plancha porque yo vivo más tiempo en el hospital que en mi casa. Por cierto, cocina muy bien, y mi hijo me acompaña cuando salgo tarde del centro. A ellos y a cada uno de mis seres queridos les entrego los resultados de mi trabajo. Tengo raíces manzanilleras y como agradecidos vemos la luz, porque mi país me ha dado la posibilidad de ser lo que soy.

—¿Cómo valora el ejercicio de sus colegas hombres?

— La Enfermería constituye una ciencia sin límites que también necesita hombres. Existe igualdad de género y me opongo a limitar el desarrollo. Aquí tenemos ejemplos de enfermeros jóvenes, pero de excelencia, que viven su oficio, su entrega, sus acciones y cuidados a los pacientes. Hay ejemplos en Neonatología y también tenemos intensivitas.

 Mayelín Merconchini en una actividad en el hospital materno de Villa Clara.
En una de sus actividades en el hospital Mariana Grajales, donde muchas veces, estando de vacaciones, trabajó en el servicio de parto siempre que se le necesitó.  (Foto: Cortesía de la entrevistada)

—En el plano personal, ¿qué representan sus antecesores?

—Todo, de los tantos que aprendí y puse en práctica lo aprendido, hasta de las figuras cumbre y paradigmáticas en la historia. Desde Florence Nightingale, creadora del primer modelo conceptual de Enfermería en el mundo, hasta los que me han acompañado con su sabiduría. Cumplí misiones en Guinea Ecuatorial por tres años, luego impartí docencia en Venezuela, en Isla Margarita, y ahí estaban sus enseñanzas. Me formé en una época que no tenía Internet; sin embargo, abogo por el desarrollo científico de la profesión.

«Lo que conozco se los debo a los tantos profesores que he tenido. En la actualidad realizo una maestría con perfil doctoral. A todos, gracias, y también a mis compañeros y profesores que ya no están».

—Si en este minuto tuviera que decidir entre la neonatología y la ginecobstetricia, ¿qué haría?

—Me pones en una disyuntiva, amo las dos especialidades y las veo integrales, son diferentes pero unidas. Cuando una mujer está embarazada y llega el momento del parto necesita de un neonatólogo y de un obstetra, este último en función de realizar el parto, mientras el neonatólogo garantiza el bienestar de la criatura acababa de nacer. 

—Le falta mucho para la jubilación, ¿un término prohibido?

—No lo he pensado. Recuerdo a Isabel Morrell, una enfermera consagrada nuestra que no pudo asimilarla y se quedó. Sigo sus pasos y mientras tenga capacidad ofreceré mi experiencia a las nuevas generaciones. 

—Si un día llega al hospital e, hipotéticamente, le dicen: «Merconchini, han cesado tus funciones aquí»…

—No sé, indagaría las causas porque jamás cometería indisciplinas, pero esta es mi casa, y me faltaría el aire fuera de la enfermería.

Tomado de Vanguardia

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El propósito central del Periódico Vanguardia es mejorar la sociedad villaclareña y la cibersociedad mundial mediante la creación de contenidos de calidad. Un órgano de la Revolución, en la provincia cubana de Villa Clara.

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