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“Cuentas claras…” (y tres Juegos Olímpicos)

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Hoy un viaje prometido, en una crónica anterior, a los de París 1900 (¡Ramón Fonst campeón!) y 1924, y Roma 1960

Ramón Fonst: campeón olímpico de espada en París 1900.

En el periodismo muchas veces, y eso es muy bueno, un trabajo nos lleva de la mano a otro. Primero fue con “Todos los caminos… no conducen a Roma”. Luego vino “París… no vale una misa”. Y después “Rayos X a dos frases históricas”.

Vamos a recordar de forma muy breve aquellos temas: la ruta de preparación, de nuestros judocas este año no pasaría por Roma; a ellos no le fue bien en el Grand Slam de París; y un viaje a la raíz de esas dos frases históricas que parafraseamos.

En la despedida del último de esos materiales escribí:

“Voy llegando al punto final. Y me ocurre algo parecido a lo de las dos crónicas anteriores, ahora impulsado por los ya cercanos Juegos Olímpicos. ¿Volvemos en otro momento a los celebrados en Roma y en París? Me parece que valdrá la pena…”.

Los muy esperados Juegos Olímpicos de París 2024, como muchos no han olvidado, se encuentran casi tocando a nuestras puertas: se efectuarán ya del 26 de julio al 11 de agosto.

Y ese compromiso, que adquirimos con los lectores de Cubahora en aquel párrafo final, nos ha traído hoy ante el teclado para cumplir otra frase muy popular: “Cuentas claras conservan amistades”.

TRES VIAJES

Este viaje imaginario nos llevará hasta los Juegos Olímpicos de París 1900, y los organizados también allí en 2024, así como a los de Roma 1960, todos con participación de Cuba.

Vamos a saltarnos el orden cronológico, para tratar de darle un ritmo más vigoroso a esta crónica, y que tenga un final más espectacular…

Nos vamos para los Juegos Olímpicos de París 1924:

Cuba participó con nueve deportistas, todos varones, seis en la esgrima, y tres en el yatismo, encabezados por el brillante Ramón Fonst, quien con su espada sido campeón allí en los de 1900, de lo cual escribiremos un poquitico más adelante.

Habían pasado 24 años de aquel momento glorioso para Fonst, y aunque esta vez no pudo llegar al podio se considera tuvo un buen desempeño: en la competencia individual llegó hasta la entonces vuelta semifinal, y en la de por equipos en total diez victorias, contra Grecia (3), Portugal (4) y España (3).

Y averías en los engranajes del gobierno del yate, nombrado Hatuey, los cuales no se pudieron reparar de inmediato, llevaron a que fuera eliminado, terminando así con los sueños de Francisco G. Cisneros, Enrique Conill y Antonio Saavedra.

ERA MUY PRONTO

Nos vamos para los Juegos Olímpicos de Roma 1960:

Se trataron de los primeros después del Triunfo de la Revolución, apenas había pasado un año y medio, por lo cual no podían verse todavía los resultados de las nuevas políticas en materia deportiva.

Cuba estuvo representada por tres mujeres y nueve hombres.

Ellos nueve deportistas compitieron en ocho deportes:

Atletismo: Enrique Figuerola (100 y 200 metros planos), Berta Díaz (80 con vallas), Ramón López (triple salto).

Boxeo: Esteban Aguilera (división de los 60 kilogramos).

Esgrima: Abelardo Menéndez (espada).

Gimnástica: Julia Uria, Yolanda Williams.

Levantamiento de pesas: Juan M. Torres (67,5 kg.).

Lucha libre: José Yáñez.

Natación: Rubén Roca (100 y 200 metros estilo libre).

Yatismo: Carlos de Cárdenas Pla y Jorge de Cárdenas Pla.

Figuerola, dando sus primeros pasos. tuvo el mérito de llegar hasta las semifinales de los 100 metros planos, ese mismo día debía presentarse en las eliminatorias de los 200 pero no lo hizo.

Se recuerda que cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, Figuerola logró la hazaña de terminar con la medalla de plata en los 100 metros planos.

17 AÑITOS

Nos vamos ahora, en nuestro último viaje de hoy, para los Juegos Olímpicos de París 1900:

Esa fue la segunda edición, tras aquella primera en Atenas 1896.

Un jovencito cubano, de 17 años de edad, el ya mencionado esgrimista Ramón Fonst, fue el único representante de nuestro país.

No era, pese a sus 17 años de edad, un desconocido.

La gran final de espada quedó fijada para el jueves 14 de junio, en los jardines de Las Tullerías. ¡A un solo golpe! El rival de nuestro compatriota sería el francés Louis Perrée (¡uno de casa!).

En sus anteriores combates Fonst había vencido a reconocidos maestros de armas como Plommet, Ed Wallace, León See, el Conde Georges de la Falaise, Thiebaut y Albert Ayat, su entrañable profesor, según leímos también en el libro Famosos y desconocidos, Cubanos en Juegos Olímpicos, de los colegas Juan Velázquez Videaux, Ana María Lujan y la desaparecida Irene Forbes (esgrimista de equipo nacional, autora de As de espadas, sobre el insigne campeón de las estocadas, libro que recibió el Premio en el Concurso Nacional de Biografía 1998).

¡QUÉ BARBARIDAD!

“Los dos adversarios se observan algunos instantes. Louis Perrée parte velozmente sobre Ramón Fonst, quien, sorprendido, y ante la imposibilidad de parar, se agacha un poco para esquivar el golpe que pasa, pero deja clavada la punta de la espada en el pecho del oponente.

“Los aplausos no se hacen esperar. El golpe ha sido claro. No obstante, los jueves lo declaran dudoso y nuevamente se da la vez de: ¡En garde!

“Ramón Fonst permanece inmutable. Ni discute el golpe. Está seguro de que colocará el próximo. Cambia la estrategia y extiende el brazo. Allí está su acero amenazante, como si jugara al gato y al ratón, y es entonces que, sobre una preparación de Perrée ataca por la línea de sexta y toca el antebrazo de su adversario de manera clara y precisa”.

Pero…

“El jurado, después de discutir largamente, acuerda que el golpe no ha llegado ´con toda justeza ‘y retoman por tercera vez la posición de en guardia. Se aprecia que Fonst está molesto, frunce el ceño, pero como buen sportman acepta el veredicto y vuelve a ocupar su puesto en la pedana. El gato parece convertirse en tigre, pues no pierde la cautela y denota mayor agresividad, provoca constantemente a Perrée y amenaza su pie y antebrazo”.

EN PLENO PECHO 

“Después de observarse (…) Perrée intenta un golpe decisivo, avanza un paso y alarga el brazo, momento que Fonst aprovecha de manera admirable para lanzar un enérgico battement en cuarta, seguido de un veloz golpe recto que alcanza en pleno pecho a su rival y clava la punta limpiamente. Los jueces no tienen otra alternativa que dar su voto afirmativo. ¡Tres veces ha tocado limpiamente al francés para ganar la corona!

“Ramón Fonst es llevado en andas por sus admiradores. Muchos lo agasajan, entusiasmados por tal derroche de técnica, elegancia y disciplina deportiva”.

Y ahora este cronista llega ya casi al punto final, impulsado por lo de que “recordar es volver a vivir”, admirando al gran Ramón Fonst, y muy feliz por haber podido cumplir con los lectores de Cubahora el principio de que “Cuentas claras conservan amistades”.

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