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Hay quien le teme a la felicidad

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Cuando el Rey de Buttan, una pequeña nación del sur de Asia, en la cordillera del Himalaya, hace 40 años, creó el término Felicidad Nacional Bruta, en contraposición a Producto Interno Bruto, estaba naciendo el Día Internacional de la Felicidad.

Aquella idea del soberano, pasaba por la filosofía de que su Gobierno tuviera como base la felicidad de sus súbditos. La historia fue recogida por las Naciones Unidas para crear este día, que le debemos a Buttan. Desde 2013, hace hoy 11 años, el mundo celebra esta fecha.

Pero habría que preguntarse si el índice propuesto por el monarca butanés llega por igual a cada país, tal cual es el propósito de una verdadera equidad y bienestar en colectivo.

¿Pueden celebrar este día los 700 millones de personas que no tuvieron comida suficiente en 2023, 122 millones más que en 2019, según la propia onu; o los 659 millones que están en situación de pobreza; o los 781 millones que han llegado a la adultez siendo analfabetos? ¿Puede la Palestina masacrada marcar esta fecha en el calendario?

Un mundo en el que el 1 % más rico ha acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza (valorada en 42 billones de dólares), generada a nivel global entre diciembre de 2019 y diciembre de 2021, casi el doble que el 99 % restante de la humanidad, según revela un informe de Oxfam, ¿expresa equidad y bienestar colectivo?

Por el anhelo de esa equidad y por ese bienestar, una pequeña isla no ha dejado de luchar contra el imperio más poderoso de la humanidad, que ha querido sembrar en ella la infelicidad.

Con indicaciones desde el Gobierno de Estados Unidos, el memorando del subsecretario de Estado, Lester D. Mallory, que el 6 de abril próximo cumplirá 62 años, dirigido a Cuba expresa aún hoy: «Provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…) debilitar la vida económica negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno».

Pero este pueblo, que ha luchado por la paz y vive en ella, porque es lo que quiere para la humanidad, y así lo demuestra con hechos, se propuso ser feliz. Por esa felicidad, por el amor expreso de su gente, por su calidad humana, ha resistido y vencido. Hoy también lo hace, enfrentándose al mismo que sigue, infelizmente, empeñado en matar su alegría, su tranquilidad y su belleza, quitándole la luz, cortándole el suministro de combustible, el de alimentos, o inventado una Cuba en las redes sociales que no se parece en nada de la real.

Al final, Estados Unidos y sus secuaces están tan carcomidos por el odio, que le temen a la felicidad, porque sabe que ella es también ejemplo.

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