¿Mensajito a toda hora?
El teléfono móvil nos trajo muchas ventajas, para mí la más importante es la de favorecer la comunicación inmediata. Primero fue la llamada de voz y el mensaje escrito, luego, con la llegada de Internet, pudimos escoger de entre muchísimas aplicaciones informáticas que ofrecen servicios según nuestras necesidades. Las hay para todo, para ubicarnos en el mapa, para jugar, leer, escuchar música, escribir, calcular, para hacer pagos e informarnos.
La lista es larga y de ella destacan las redes sociales que nos dan la ventaja de conectar con otras personas a partir de intereses comunes. Nos permite crear relaciones y comunicarnos de manera instantánea, en tiempo real. Sin embargo, esa inmediatez que nos ofrece nos tiene mal acostumbrados y en no pocas ocasiones nos hace ser maleducados o inoportunos porque irrespetamos el espacio de los demás, el tiempo ajeno.
Pienso en WhatsApp, la aplicación de mensajería que actualmente más usamos los cubanos. Con ella no solo enviamos mensajes de texto y audio, nos ofrece la oportunidad de hacer llamadas de voz y video, intercambiar imágenes, y muchas otras prestaciones no solo para uso personal, también a nivel empresarial. Es muy útil para la comunicación directa, además de ser eficiente en sus funciones si la conexión a Internet se mantiene estable.
Es común que a veces se pierda la compostura, y no está bien traspasar ciertos límites de educación. Por ejemplo, el horario. ¿Quién no ha recibido un mensaje o una llamada no urgente a las tantas de la noche? Ya sé que cada asunto nos parece lo más importante, pero es necesario pensar en que del otro lado las personas no necesariamente están esperando por nosotros, y, por tanto, si no es de vida o muerte, si no se ha pactado antes que se comunique a la hora que sea, entonces lo mejor es esperar el momento indicado, que tampoco será demasiado temprano.
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Pensemos, los demás tienen una vida, planes, tiempo de descanso. Deberíamos ser más empáticos y no abusar de la confianza que nos ofrece la tecnología porque puede trasgredir, interrumpir, caer mal, estresar. El tiempo de cada cual es sagrado, por eso, recalcamos, los límites existen, usemos el sentido común, las líneas protocolares escritas o no.
Seamos prudentes, no abusemos, así evitaremos conflictos y confusiones. Apliquemos la lógica, no hay que ser muy adivino para saber que a medianoche es muy probable que los demás estarán durmiendo, o que, en horarios cercanos al desayuno, el almuerzo o la comida pueden estar atareados en esas labores.
También entendamos que, aunque sea tarde y vemos al otro en línea no significa que estará disponible para responder cualquier asunto, así que no debemos esperar respuesta inmediata, mucho menos acosarlo porque notamos que leyó o escuchó el mensaje y creemos merecer atención. Cada persona tiene el derecho de responder cuando lo estime conveniente.
En resumen, la Web 2.0 nos trajo muchos beneficios, es indudable, pero deberíamos ser conscientes de cada acto. No seamos fastidiosos sino sensatos, promovamos el buen juicio, que es lo único que garantizará el uso racional no solo de las redes sociales y aplicaciones de mensajerías, sino de cada aspecto de nuestras vidas.