Dr. Sergio Rodríguez Morales, te vamos a seguir necesitando
El fallecimiento del Dr. C. Sergio Rodríguez Morales ha conmovido a la comunidad científica cubana y a todos los que se acercaron a su obra en el Instituto de Investigaciones en Viandas Tropicales (INIVIT). Así lo despide el colega Jesús Álvarez López.
Se me entristeció el domingo. Una llamada del amigo común Julio Ramiro Lima Corzo me trajo la infausta noticia: acaba de morir el doctor Sergio Rodríguez Morales, director del Inivit de Santo Domingo, un científico con los pies en el fango, sin dudas el cubano que más secretos le conocía a la agricultura.
Los campesinos pierden al ser humano excepcional que con voz paternal les enseñó todo lo que sabía, porque Sergio no guardaba nada, disfrutaba al ver los adelantos científicos materializados en las fincas y no se cansó nunca de expresar cuánto aprendía de cada campesino porque nunca llegó a ellos con ínfulas de doctor.
Me enorgullezco de haberlo valorado en su justa medida y entrevistado durante cuatro décadas llevando a la radio su sapiencia como el mejor extensionista que he conocido —y me he nutrido de la opinión de numerosos productores agrícolas—.
Hace pocos días conversamos, en el encuentro con los campesinos del Movimiento de los Noventa de Camajuaní cuyo salto productivo en pocos años se debe como a nadie al doctor Sergio Rodríguez, quien no dejó de estar un día junto a ellos y cuyas fincas recorrió más de una vez. Me imagino el dolor de Roly, el campeón de los ñames, que ha perdido un hermano.
Me atrevo a decir que si se hubiera implementado todo aquello en lo que insistió el doctor Sergio, la agricultura cubana tuviera resultados muy superiores. Y no puede existir homenaje mejor que materializar sus ideas, su brillante pensamiento agrario, su lucha incansable por aplicar ciencia, técnica y nuevas tecnologías. Se marchó en plenitud de facultades y se le va extrañar.
El INIVIT fue su obra principal y los productores los destinatarios de todo su empeño profesional. Fidel fue su ídolo y le fue leal hasta el último minuto de su vida.
Caramba, Sergio, no puedo reprocharte que te fueras antes de tiempo porque conozco tus ansias de vivir, de enseñar y seguir aprendiendo. Pero es un tremendo golpe tu partida para la agricultura cubana. Te vamos a seguir necesitando.