Ciencia y tecnología

El cambio climático no dejará de amenazarnos

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No hay momento más oportuno para hablar de este tema que hoy, 24 de octubre, cuando celebramos el Día Internacional contra el Cambio Climático, aunque es una efeméride aún no reconocida de manera oficial por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Sin embargo, es una fecha que de nada nos sirve si prorrogamos las mismas condiciones que deterioran el planeta a una velocidad vertiginosa.

El mundo no solo va camino a su destrucción cuesta abajo, sino que los pronósticos son que nos queda muy poco tiempo, menos del que planificamos. No obstante, nos seguimos engañando, decimos que sí tomamos medidas para frenar el calentamiento global, y nos mantenemos cocinados como a fuego lento en esta olla que cada vez está más caduca. Continuamos haciendo cumbres millonarias y aplaudiendo los discursos e inventos más innovadores, pero luego de vuelta en nuestros países no conseguimos que nos sigan el ritmo.

En este asunto existe mucha doble moral. Son los grandes conglomerados económicos del mundo los que mandan y cada vez apuestan a más polución, deforestación, industrialización, y mercantilización, lejos de producir para que todos podamos salvar el planeta, que es protegernos a nosotros mismos. Generalmente sus acciones no promueven vidas más saludables en armonía con la naturaleza, no piensan de verdad en la alternativa de utilizar fuentes de energías renovables ni en el reciclaje o el uso de materiales biodegradables.

¿De qué sirve tanta fanfarria? Si las grandes potencias mundiales siguen en guerra para apoderarse de los recursos naturales, y los combustibles fósiles siguen obsesionando a media humanidad, nada hacemos en favor de nuestra especie, más que estimular la debacle.

Desde que el tema comenzó a preocupar no ha disminuido la actividad humana responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sigue preocupando el sobreuso del suelo, la producción de plásticos que termina en océanos y acaba con la biodiversidad, la tala de bosques, los incendios, el incremento de las temperaturas que hacen que se derritan los glaciares.

Cada vez tenemos menos agua potable y especies de plantas y animales; son más frecuentes e intensas las sequías, inundaciones y fenómenos medioambientales que deterioran ecosistemas y ciudades; pero aún así, de ser tan evidentes las consecuencias del calentamiento global que provoca el cambio climático, nos mantenemos inactivos, dejamos para mañana todo paso ignorando que por muy pequeño que sea siempre nos beneficiará.

Necesitamos la movilización de gobiernos para romper esa inercia y ponernos manos a la obra desde la propia base, pues no solo son las industrias sino las personas comunes quienes creamos contaminación. Esto lo sabemos de sobra.

Se han firmado acuerdos, creado convenios y protocolos con líneas muy precisas de lo que podemos hacer para contribuir a la supervivencia del planeta, pero no trasciende del papel y los tratados porque el mundo es grande y existen demasiados intereses económicos que se verían afectados, además de la desidia popular de la mayoría que no contribuye a generar menos consumo energético que el necesario, por ejemplo, o porque no es celoso con los desechos que produce y dónde los deja.

El cambio climático no solo es real y cada vez se intensifica, sino que no desaparecerá por arte de magia, no encontraremos un planeta mejor que este para emigrar y continuar la vida como hasta ahora la teníamos concebida. No existe manera de evadirlo, y lo único que podemos hacer es frenar la catástrofe, hacer que no avance más.

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