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El sueño no se recupera

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El sueño no se recupera, es una frase que escuché siempre y la repito desde niña porque así me parece que es. Luego, de la extensa filosofía que estudié en la universidad recuerdo un aforismo de Heráclito de Éfeso que le da mayor peso a aquel pensamiento de mi infancia: No es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre sobre ti. Esto aplica para mucho, y quiere decir que, aunque nos parezca el mismo escenario con iguales condiciones, la vida está en constante transformación y nada se repite exactamente.

Por eso no conseguiremos reintegrar el tiempo de dormir que perdemos porque ya pasó, se fue la oportunidad. Ahora, otro asunto es que el cansancio que acumulamos por la falta de descanso desaparece momentáneamente si el fin de semana montamos un plan pijama maratónico para recargar fuerzas. Pero el sueño, el que no tuvimos, ese no.

Claro, no me refiero a que sea grave que un día por algún motivo no podamos dormir lo imprescindible, sino, por ejemplo, a la situación de muchas personas que trabajan largas jornadas y después la faena del hogar y los hijos no les queda mucho tiempo para más, y así les sucede cada día; o a quienes tienen varios trabajos, jornadas nocturnas, un familiar enfermo, en fin, tantas historias como individuos.

Aunque el tiempo óptimo de sueño es variable para cada quien porque unos necesitan menos o más, la recomendación es que con alrededor de siete u ocho horas puede bastar para la regeneración diaria del cuerpo, para recomponer fuerzas. Pero si ni siquiera llegamos a ese límite saludable que indican los expertos será en vano todo esfuerzo posterior de intentar reparar el daño que nos ocasiona cuando podamos porque ese perjuicio ya estará hecho, sobre todo, con enfermedades cardiovasculares a largo plazo.

Hablando en términos médicos de acuerdo con la revista Psychosomatic Medicine, investigaciones recientes apuntan a que el sistema cardiovascular tarda bastante en recomponerse, y que ese empeño de devolverle el sueño al cuerpo no es suficiente para normalizar la frecuencia cardíaca diurna elevada y para que la presión arterial sistólica alcance sus niveles iniciales.

La vida es muy compleja, nos lleva de la mano con un ritmo frenético que a veces no nos deja opciones, y a veces no aprovechamos las que tenemos porque perdemos tiempo o le restamos importancia a actividades fundamentales como esta. Sin embargo, pensemos en las secuelas de dormir pocas horas diariamente o por periodos, son muchas y significativas como que puede debilitar el sistema inmunitario. Además, recordemos que también se relaciona con diabetes, obesidad e inestabilidad mental; incluso, puede matar.

La sugerencia que hacemos, en lo posible, es a programar el momento de descanso, establecerle un horario regular. Priorizarlo y organizar la vida para que disminuyamos ajetreo hacia la hora de dormir, y esto incluye evitar hacer ejercicio físico, beber alcohol y comer tarde, así como ver televisión o usar el móvil en la cama. Esto favorecerá que lleguemos relajados y podamos concertar el sueño en mejores condiciones, ese es el primer paso.

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