Fidel y la literatura (+ Video)
Fidel fue la continuidad de Martí en nuestro tiempo, no solo por la claridad de ideas y estrategias empleadas para alcanzar la independencia definitiva de Cuba, sino, igualmente, por la presencia continua en sus textos de símbolos e imágenes destinados a imprimirle mayor corporeidad a las razones manejadas
Los escritos y discursos de Fidel Castro Ruz se distinguieron siempre por la fuerza de sus principios, el apego a la verdad, la vehemencia discursiva y el apoyo en las letras para hacer más efectivo el mensaje proyectado. Quienes lo seguimos desde 1959 hasta su desaparición física, podemos dar fe de que Fidel fue la continuidad de Martí en nuestro tiempo, no solo por la claridad de ideas y estrategias empleadas para alcanzar la independencia definitiva de Cuba, sino, igualmente, por la presencia continua en sus textos de símbolos e imágenes destinados a imprimirle mayor corporeidad a las razones manejadas.
Pero no solo en ese lapso. Desde 1953, año del Centenario del Apóstol y tras los sucesos del asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba, su alegato de autodefensa La historia me absolverá devino vivo modelo de lo expresado y documento de inigualable valor dentro del campo de la jurisprudencia, la oratoria, la historia y la ensayística. Sin duda, prestigia a la nación cubana contar en sus archivos con un testimonio tan lúcido. Por ello, no es casual que varias universidades del mundo confirieran al autor el doctorado honoris causa.
La historia me absolverá pone de relieve la sensibilidad, la lucidez intertextual y la cultura ecuménica de Fidel. Sus páginas se enriquecen con citas, alusiones literarias, historiográficas, filosóficas, económicas y jurídicas, o con fundamentos de la cultura nacional y universal. Este patrimonio se ampliará en el futuro al universalizarse el liderazgo de Fidel y establecer amistad con artistas, escritores, cantantes, filósofos, historiadores, economistas y científicos de todo el orbe. Baste solo recordar sus vínculos entrañables con Gabriel García Márquez, Guayasamín, Harry Belafonte, Alicia Alonso, Carilda Oliver Labra y Silvio Rodríguez, entre tantos otros. Esa dedicación libertaria y energía creativa conmovieron al poeta chileno Pablo Neruda y lo llevaron a escribir Canción de gesta, posiblemente el primer poemario que poeta alguno en el mundo dedicara a la Revolución Cubana y a su máximo líder.
José Martí, su obra y su pensamiento recorren la prosa de La historia me absolverá. Varios son los instantes de este memorable documento jurídico donde el discurso oratorio devela el giro martiano y la devoción del jefe del Movimiento 26 de Julio hacia el héroe de Dos Ríos. Siempre he pensado que este texto resume en el grado más alto el homenaje dedicado al Apóstol por la Generación del Centenario, al representar la defensa de lo más noble y altruista de esa generación y, en especial, de quienes ofrendaron sus vidas por liberar a la patria de la dictadura de Batista. Es también importante por constituir la plataforma programática más revolucionaria de Cuba en el siglo xx hasta 1959, y aun para buena parte del futuro de la Isla. Además, por mostrar una formidable prosa argumental, cuyos giros alegóricos y sentidos más arcanos le imprimen al texto relieves de excelsitud.
Recordó Fidel cómo debió establecer su propia defensa. Le prohibieron la consulta de obras e, incluso, los libros de Martí. Ante esto se preguntó si sería porque él dijo que Martí era el autor intelectual del 26 de julio, y añadió: «¡No importa en absoluto! Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos». Debió, entonces, acudir no pocas veces a la memoria.
Proyecta Fidel la urgencia de una educación digna para el pueblo, en este sentido cita al Apóstol: «Un pueblo instruido será siempre libre». Al rememorar los crímenes cometidos contra los jóvenes combatientes del 26, transcribe versos del poema A mis hermanos muertos el 27 de noviembre, en los que Martí denuncia el crimen llevado a cabo contra los estudiantes de Medicina fusilados por el colonialismo español.
En otro momento del discurso, subraya la relación del sacrificio por la patria y retorna al citado poema: Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida, / La muerte acaba, la prisión se rompe; / ¡Empieza, al fin, con el morir la vida! De igual modo, Fidel acude a la revista La Edad de Oro a fin de subrayar otras ideas clave del Maestro abrazadas por la juventud del centenario. Cierra el pensamiento martiano de manera enfática: «¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!».
No faltan tampoco en el alegato referencias a Balzac y a Dante. Con el primero denuncia a quienes robaron millones de pesos al país. El nexo con el florentino es elocuente. Con absoluta ironía, Fidel refiere que Dante «dividió su infierno en nueve círculos: puso en el séptimo a los criminales, puso en el octavo a los ladrones y puso en el noveno a los traidores. ¡Duro dilema el que tendrían los demonios para buscar un sitio adecuado al alma de este hombre (Batista)… si este hombre tuviera alma!». De este modo, Fidel utiliza la literatura como recurso estratégico para transmitirle más energía a su glorioso alegato.