Rosa tú, melancólica y el amor de Nicolás Guillén
Solo aquellos que tienen el don de dibujar sentimientos con las palabras podrían entender en su cabalidad todo el amor que sentía Nicolás Guillén por su Rosa. Quizás lo pueden entender también los que aman en demasía, con esa melancolía que el poeta rodeaba los versos escritos para su amada.
Nicolás Guillén siempre fue una persona coherente; pero también un ser humano que amó, deseó y veneró a la figura de la mujer, así como lo hizo con su Patria. Nació el 10 de julio de 1902. Rosa Portillo en 1901.
Se conocieron y se enamoraron y esos lazos fueron más fuertes que la distancia, incluso que el mar que por momentos los separaba. De ese dolor que deja la añoranza salió Rosa tú, melancólica, escrito para su esposa cuando se encontraba él en Caracas y ella en La Habana:
“El alma vuela y vuela/ buscándote a lo lejos,/ Rosa tú, melancólica/ rosa de mi recuerdo/ Cuando la madrugada/ va el campo humedeciendo,/ y el día es como un niño/ que despierta en el cielo,/ Rosa tú, melancólica,/ ojos de sombra llenos,/ desde mi estrecha sábana/ toco tu firme cuerpo”.
Luego, en una misiva que escribió en Caracas el 28 de febrero de 1946 le preguntaba: “¿Vio el poema que le escribí? Es muy honesto y muy sentido“. Los que aman genuinamente no escriben palabras vacías, y eso lo sabía—lo sentía— Guillén. Y su relación con Rosa no fue perfecta, hubo altas y bajas, pero el amor siempre fue el motor para volverlo a intentar.
Ese poema, Rosa tú, melancólica lo publicaría después en El son entero (1947), mucho antes que sus Poemas de amor. Rosa falleció en diciembre de 1994; Nicolás años antes, el 16 de julio de 1989. Ni siquiera la muerte borró ese amor, solo basta leer sus versos tan sublimes como solo los puede escribir un hombre enamorado….
Hoy les traemos una breve selección de los poemas de Guillén. Disfrútenlos, amensen, sueñen y vivan. La vida se acaba y lo que perdura es el amor.
Canción
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
(yo, muriendo.)
Y de qué modo sutil
me derramó en la camisa
todas las flores de abril
¿Quién le dijo que yo era
risa siempre, nunca llanto,
como si fuera la primavera?
(No soy tanto.)
En cambio, ¡qué espiritual
que usted me brinde una rosa
de su rosal principal!
¡De qué callada manera
se me adentra usted sonriendo,
como si fuera la primavera!
(Yo, muriendo)
Veces
A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir,
bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor
rompiéndome el pecho,
una flor, y decir:
Esta flor, para usted.
Cómo no ser romántico y Siglo XIX
Cómo no ser romántico y siglo XIX,
no me da pena,
cómo no ser Musset
viéndola esta tarde
tendida casi exangüe,
hablando desde lejos,
lejos de allá del fondo de ella misma,
de cosas leves, suaves, tristes.
Los shorts bien shorts
permiten ver sus detenidos muslos
casi poderosos,
pero su enferma blusa pulmonar
convaleciente
tanto como su cuello-fino-Modigliani,
tanto como su piel-margarita-trigo-claro,
Margarita de nuevo ( así preciso ),
en la chaise-longue ocasional tendida
ocasional junto al teléfono,
me devuelven un busto transparente
( Nada, no más un poco de cansancio ).
Es sábado en la calle, pero en vano.
Ay, cómo amarla de manera
que no se me quebrara
de tan espuma tan soneto y madrigal,
me voy no quiero verla,
de tan Musset y siglo XIX
cómo no ser romántico.