Hart, una Cuba cubana para siempre
con las ideas y la cultura y que nuestra región latinoamericana y caribeña con su tradición intelectual puede y debe hacer una contribución esencial al propósito de salvar a la humanidad, porque es la región del orbe que posee los elementos de cultura necesarios para ello.
De igual modo, nos recordó siempre que tenemos por delante el reto permanente de aprender del pasado, porque allí está la historia de nuestra cultura y, con ella la de nuestra nacionalidad. Estudiar el pasado es una forma de comprender el presente y también una manera de proyectar el futuro. Desde esa perspectiva le abrió paso a la investigación histórica de la cultura y a la práctica científica que se deberá llevar a cabo en esa área del conocimiento humano.
La Cultura de Emancipación Liberadora que nos propone Hart, siguiendo la huella de martí y de Fidel, es una forma de encontrar el camino y la vía que de paso a un pensamiento revolucionario y de acción política que en la actualidad nos pueda asegurar la posibilidad de enfrentar la encrucijada colosal en la que nos encontramos, tal y como muestran los combativos textos del Dr. Hart; no olvidemos que para él, los sueños de principios del siglo XIX, de Varela, de Martí, de todo nuestro pueblo, bajo la guía insuperable de Fidel, se harán realidad y seguirán adelante si nos inspiramos en estas ideas.
Entre Fidel y Hart se dieron hermosas coincidencias, porque ambos sintieron la Política como su mayor motivación. Con enorme placer recordaba que su vida estaba dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel. De quien siempre afirmó, “ese es el hombre que lleva en su conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX y aun en el XXI.”
Por lo que la obra que llevamos adelante en Crónicas… tal y como él deseó siempre, es también una contribución al análisis que estamos urgidos en el contradictorio momento presente. No olvidemos aquella afirmación suya, que en tantas oportunidades reiteró: “el hilo central que caracterizó la cultura cubana y, especialmente, la cultura política cubana desde su surgimiento en las postrimerías del siglo XVIII y hasta hoy, es su acercamiento a una cultura política militante de vocación latinoamericana y universal, en la que, por razones obvias, no se produjo antagonismo entre lo político y lo cultural”. De manera que, el pensamiento de Hart, en toda su obra, se enfrenta a la nueva mentalidad plattista sin Enmienda, que en su opinión, es la misma de siempre, por su rancia esencia injerencista y neocolonialista.
En cada una de sus páginas, Hart nos sitúa en el bando de los que aman y construyen con la verdad, en la guerra de pensamiento que se nos hace y en la que se juega a la desmemoria de las más jóvenes generaciones de cubanos que no vivieron y aún desconocen determinadas etapas de la Revolución.
Hart fue un ser que amanecía y terminaba el día lleno de proyectos, no conoció el tedio, la monotonía o la rutina jamás, porque era creativo, tenaz, perseverante y esforzado, inquieto e hiperquinético. Practicó en su actuar diario, la filosofía de la ética y el optimismo revolucionario unido a su vocación de servicio a la patria y a la Revolución, lo cual significaba estar allí donde hacía más falta, en el momento oportuno para desbrozar del arribismo y la mediocridad el camino a la luz. Aparecían entonces su ternura, paciencia, mirada profunda y reflexiva, siempre dispuestas al diálogo de lo esencial y a la exposición de la verdad. Pero por encima de todas esas cosas él fue un hombre bueno, fue un ser bondadoso en la profundidad total de esta cálida y tierna palabra. Su vida estuvo bordada de sencillez, humildad y modestia, al punto que jamás reparó en el hecho de que, como dijera el poeta Miguel Barnet, su nombre ya estaba no solo en los museos, sino también en la leyenda.
Vivió convencido que gracias a nuestra cultura el pueblo cubano sabrá vencer cualquier dificultad que se presente por gigantesca que esta sea, tal y como supieron hacer los hombres de Baraguá ante las dificultades que tuvieron entonces; con su obra Hart nos invita a sumarnos a la ofensiva de su propuesta cubana, fidelista y martiana, latinoamericana y antiplattista, para que no solo defendamos, sino que desarrollemos una Cuba cubana para siempre.
[1] Martí J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975. p. 289.