La serpiente marina de Cayo Salina
Por allá por donde hoy le dicen Cayo Salina a la parte que colinda con Las brujas, era el lugar perfecto para pasar la noche y preparar lo que se iba a llevar al mar al otro día. Era así como un punto de reunión de los pescadores. Una de esa noches cuatro pescadores, entre ellos LuisRojas, que fue quien nos contó esto, junto a Juruminga, Dionisio y Cheo Urbay, estaban sancochando unas langostas en la playa. De repente, ven que desde el mar viene algo que flotaba y se les estaba acercando. A esa hora encendieron algunos mecheros porque ya la media luz se estaba yendo y no se podía ver bien aquello.Quién te dice a ti que cuando se estaba acercando el animal, que se venía arrastrando, ¡era una serpiente! Ellos echaron pie en polvorosa, se metieron entre el pinar y los manglares. La serpiente llegó a la orilla y entró en el cayo. Era algo descomunal. Según cuentan, posiblemente ellos cuatro se hubiesen ido para su estómago de una sola mordía. La serpiente entró silenciosa, no hizo casi ruido, solamente se sentía un silbío bajeador de esos que ellas hacen, bajeaba y bajeaba. Comenzó a entrar en el monte, y a entrar y a entrar, aquella serpiente no se acababa. Era tan larga, pero tan larga, que dice que se pasaron como dos horas viendo pasar el cuerpo de la serpiente. Hasta que al fin llegó la cola, era muy puntiaguda y terminaba en un pico afilado.
Los pescadores no se pudieron mover del lugar, del pánico que les ocasionó ver arrastrarse este animal frente a ellos. Dice Juruminga que le cayeron atrás para ver dónde iba a meterse una cosa de esas tan grande. Iban con faroles, picos y hachas; vieron como la serpiente se metió mar adentro y se perdió con el brillo de la luna. Todavía en el horizonte se veían los reflejos de sus escamas destellando, hasta que se perdió. Ellos se fueron esa misma noche del cayo y no volvieron más por ahí por lo menos en dos o tres años. Después Cheo Urbay me dijo que la serpiente no era tan larga nada, lo que pasó fue que la mezcla del ron con la langosta les había hecho un daño terrible esa noche.
Fuente: Leyenda escrita por Emilio Comas Paret, tomada del libro El Poseidón cubano, de Alejandro Batista López y Edelmis Anoceto Vega.