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¿Cómo marcha la aplicación de precios máximos en Villa Clara? (+Audio)

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Es muy pronto para evaluar los resultados de la aplicación de precios máximos de compra y venta a 20 productos agrícolas, pero si podemos decir ya,  que cuando alguien viole lo establecido, será culpable, porque con los precios libres el abusador te decía deshumanizado: “no compres, esto es a oferta y demanda”. Si solo fuera esa la ventaja ya sería positiva y razonable la medida, pero no es la única. 

Digamos que no solo las comisiones que han salido a chequear,  muchísimos ciudadanos comprobamos en el terreno que salvo alguna excepción, se está cumpliendo lo acordado. Y pediría por favor que no dijeran más con verbo que parece de cómplices que ahora esconderán los productos, que si eso ocurriera el estado sabe la manera de encontrarlos, lo grave es contemplar que por sus precios estén “escondidos” alimentos vitales para todas las personas de bajos ingresos. 

No hay que hacer encuestas para saber que la mayoría de los ciudadanos piensan que siempre debieron estar topados, que es un serio error el libertinaje de precios en medio de una grave situación productiva, que debiera ponerse límite a todos los alimentos principales comenzando por la carne de cerdo, y que claro que el país no debe esperar sino encabezar esta batalla. Eso permitiría lograr un consenso nacional y que no nos lleven el arroz topado en Villa Clara a 90 pesos la libra para Las Tunas donde se autorizó ofertarlo a 160. 

Por supuesto que para todos está claro que no son los precios los que traen la abundancia, pero el desorden, el abuso,  si sabemos que trae la frustración y el desaliento. 

Y para producir, primero hay que sembrar, hace  falta que llueva y también insumos elementales, además de planificación agrícola, seguimiento a la tierra entregada y al contrato, para que no se plante solamente  lo que más dinero reporta sino lo que más demandan todos nuestros estómagos, y no solo los de aquellos que tienen mucho dinero.  Tampoco es justo ni lógico topar solo productos agrícolas, los hijos del campesino no llevan un boniato a la escuela para la merienda, necesitan también refrescos, pan o galletas cuyos precios hasta hoy dan grima, pero sabemos que también tendrán que “entrar por el aro”. 

Sobre el costo de la producción que ha crecido bastante sobre todo de la fuerza de trabajo, algunos exageran para justificar precios abusivos, y vale la pena hacer una reflexión posterior. Por lo pronto, Felicidades. 

¿Todo bien? Por supuesto que no.

¿Mejor precios máximos que dejar las manos libres a quienes no conocen ni el significado del vocablo piedad? Por supuesto que sí.

De entrada en Villa Clara se ha frenado la estampida de los precios de esos 20 productos. Pero falta mucho por hacer todavía.

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