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Migración en Cuba: cambiar el rumbo

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El fenómeno migratorio en Cuba debe valorarse como un desafío para el país. La solución a la situación migratoria, tanto interna como externa, debe buscarse en la adopción de estrategias que potencien el desarrollo económico de la nación y mitiguen los efectos negativos

Las políticas migratorias deben encaminarse hacia el incremento del aporte de las personas migrantes al desarrollo sostenible y a asegurar una migración segura, ordenada y regular. (Tomada de Granma).

Cuba es el país más envejecido de América Latina con un 21, 8 por ciento de su población por encima de los 65 años. Diversas proyecciones prevén que para 2050 Cuba se ubique en las primeras posiciones de la lista de países más longevos del mundo. A esta perspectiva se añaden otras estimaciones que refieren que el grupo etario por encima de las seis décadas alcanzará el 30 por ciento de la población.

La Isla atraviesa una situación demográfica compleja que impide el reemplazo generacional, pero ¿qué factores están determinando el envejecimiento? En primer lugar, el comportamiento reproductivo de la población; como segundo elemento: las migraciones.

La migración internacional ha dejado un saldo negativo durante más de 50 años. Este tema merece un estudio profundo y un desarrollo inmediato de políticas de atención a la población adulta. En los últimos años el gobierno ha otorgado protagonismo a la problemática demográfica pero los esfuerzos aún resultan insuficientes.

La Asamblea General del Poder Popular durante el X período ordinario de sesiones de la IX Legislatura abordó el pasado martes trece de diciembre los avances correspondientes a la Política de atención a la dinámica demográfica, aprobada desde el año 2014 y actualizada en abril del presente 2022.

De acuerdo a las precisiones dadas por el primer ministro de la República Manuel Marrero Cruz, entre los objetivos de tal actualización se cuentan atender las causas que provocan la migración interna y externa, en función de reducir estos flujos, mitigar el despoblamiento de municipios y zonas rurales y trazar políticas que viabilicen la participación de cubanos residentes en el exterior en los procesos social y económico del país.

Puntualizó, además, que la ejecución de esta política debe caracterizarse por un “cambio de mentalidad”. En Cuba el tratamiento de la migración, sobre todo la externa, se ha politizado durante años, en muchos casos minimizado su efecto o directamente omitido.

Un poco de historia…

El fenómeno migratorio en la Isla no puede restringirse al último siglo, aunque en este adquirió matices diferenciadores y específicos marcados por el triunfo del proceso revolucionario cubano. Cuba se mantuvo con un saldo migratorio externo positivo hasta el primer tercio del siglo XX cuando disminuyó masivamente la inmigración española y antillana. La crisis mundial del 1929 a 1933 trajo el colapso de la producción azucarera lo que truncó la entrada al país de inmigrantes que viajaban en busca del trabajo agrícola.

De esta manera cambia el curso histórico de la Isla como país de inmigración y se toman medidas más restrictivas referidas a la entrada de extranjeros en el territorio nacional.

Durante los años que precedieron al triunfo revolucionario el destino predominante de los cubanos era Estados Unidos, llegando a 50 950 el número de cubanos registrados en territorio norteamericano entre 1950 y 1958.

En Cuba, al igual que en la mayoría de los países subdesarrollados los factores de carácter económico resultan la razón principal tras la decisión de emigrar. A esto se suman las redes sociales y familiares que se han formado con el paso de los años y que desempeñan actualmente un rol fundamental.

Todo indica que la clave para una política de contención radica en reactivar la economía y ofrecer un mayor número de oportunidades a la población joven cualificada y que hoy día, aspira a una mejor calidad de vida a través de la migración.

Pero la migración no puede analizarse como un fenómeno que ocurre únicamente hacia el exterior; las migraciones internas se encuentran también en el centro de la problemática demográfica cubana.

La dispersión se hace aún más presente en las provincias orientales. Existe una considerable movilidad en cuanto a traslados diarios en asentamientos pequeños y mayoritariamente costeros, por motivos laborales y académicos.

Estos poblados deberían contar con la infraestructura suficiente para ofrecer posibilidades de futuro a adultos jóvenes. Constituye una necesidad atender las dinámicas demográficas puesto que su imbricación con las condiciones socioeconómicas es inevitable.

Cuba en el contexto latinoamericano

Los impactos sociodemográficos de la pandemia de Covid-19 en América Latina y el Caribe, informe principal presentado en la Cuarta Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe, celebrada en Santiago de Chile del 28 al 30 de junio de 2022, ofrece una caracterización de la migración en el continente durante la pandemia.

El documento sostiene que la migración internacional no se detuvo pese al cierre de fronteras, por el contrario, se mantuvieron algunos flujos migratorios hacia el norte y un patrón emergente de movimientos irregulares, los cuales implican severos peligros para la vida de los migrantes, sobre todo de aquellos en situación de vulnerabilidad (dígase niños, niñas, mujeres y adultos mayores).

Pese a la falta de información oficial sobre el impacto de la pandemia sobre la población migrante, así como sobre los apoyos gubernamentales y ayudas sociales, el informe se traza como objetivos reconocer, incentivar e incrementar el aporte de las personas migrantes al desarrollo sostenible y salvar vidas en zonas de fronteras, así como combatir la trata de personas y fortalecer la coordinación entre los Estados para fomentar una migración segura, ordenada y regular.

Más allá de concepciones ligeras, con las migraciones se configuran redes no solo de intercambio de personas sino una corriente de traslado de bienes, símbolos, información, familias, hábitos y más elementos – tangibles e intangibles – que los que cualquier persona pudiera cuantificar. En ocasiones, cuando se habla de migraciones recurrimos a las cifras, pero hablamos de poblaciones y fenómenos.

La ínsula caribeña no es de los primeros países emisores de migrantes a nivel mundial, donde los puestos en la Encuesta de la Organización Internacional de Migrantes de 2020 posicionan a la India en el primer lugar, sucedida por México y China sucesivamente. Tampoco lo es a nivel regional, en el cual ocupa el octavo puesto entre cuyas poblaciones más abandonan el país en Latinoamérica.

Según los datos ofrecidos por el director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM) Antonio Aja Díaz en su artículo Apuntes para la evaluación de la migración internacional de Cubapublicado recientemente por la revista Novedades en población Antonio Aja entre 2013 y 2019 (según fuentes oficiales), se convirtieron en emigrados 164.000 nacionales, al no retornar en el término establecido en la Ley para renovar su condición migratoria (24 meses). Prevalecieron los jóvenes de 18 a 30 años de edad, con mayor representatividad del sexo femenino. Fueron identificados 362.000 nacionales, que, conservando su condición de cubanos residentes en Cuba, han fijado su residencia de forma permanente en el extranjero, donde mantienen vínculos sociales, en particular laborales estables.

La migración irregular de cubanos resulta hoy un problema harto conocido y a la vez silenciado de la esfera pública y minimizado.

En cuanto al saldo migratorio externo, podría incrementarse cuando concluya la prórroga de cubanos sobre su permanencia en el exterior, a raíz de la COVID-19, y deciden no retornar al país, lo que produciría un mayor decrecimiento poblacional. [1] 

Es quizás por ello que no resulta extraño que en el Cronograma Legislativo de 2022 se hayan planteado – a pesar de no haberse concretado – el análisis del Decreto-Ley de Migración Interna o que Ernesto Soberón Guzmán, director general de Asuntos Consulares y Atención a Cubanos Residentes en el Exterior, anunciase que se trabaja en aras de una Ley de Ciudadanía.

¿Por qué Cuba necesita una nueva política y ley migratoria?

Entre las principales características de la emigración cubana está la legalidad de su salida de la nación dada por condiciones socio-económicas, motivaciones y oportunidades.

Y, aunque en más de una ocasión pase desapercibida, los flujos migratorios a lo interno del territorio nacional tienen también repercusión en la vida económico, política y social de la Mayor de las Antillas.

Sin lugar a dudas, es hoy y no más tarde, el momento – tan pertinente como insoslayable – de poner sobre la mesa un fenómeno que aparentemente puede reportar beneficios – en ocasiones solo de forma coyuntural – pero que también carga a la cuenta un alto saldo de atraso y quebrantamiento en el desarrollo.

De acuerdo a lo expresado por Aja en el documento anterior,la solución a la situación migratoria debe buscarse en la adopción de estrategias que potencien el desarrollo económico de la nación y atenúen los efectos negativos, todo ello mediante la adopción de políticas que faciliten la conservación del vínculo de los emigrantes con su país de origen y se aproveche ese potencial económico.

El país que hoy enfrenta el recrudecimiento del embargo financiero, las secuelas financieras de la COVID-19 y una economía que no despunta, no tiene otra alternativa que aprobar políticas eficientes en lo referente a migración, sobre todo las vinculadas con el sector joven y profesional que se ha formado e ido del país. Pero, ante todo, hay que desligarnos de estigmas pasados.

El cubano que hoy reside en otro país es tan cubano como el nacional que habita fronteras adentro. Desde la Constitución de 2019, se acepta la doble ciudadanía en esta República, aunque aún no exista una normativa legal que la legisle. Se hace impostergable desmarginalizar al emigrante, empezando por ese pensamiento que lo ubica como sinónimo de contrarrevolucionario.

Solo hay que mirar motivos para la migración externa, vistos en la Encuesta de Migración de Cuba 2016 y apreciar que las desavenencias con el gobierno no son de gran peso en las cifras finales:

  1. Mejorar económicamente
  2. Ayudar a la familia
  3. Estar junto a su familia
  4. Mejorar condiciones de vida y de acceso a los servicios ᷉᷉~~

El propósito final de una política migratoria y hacia la emigración resulta convertirla en un fenómeno funcional para la estrategia de desarrollo del país. Como se mencionaba al inicio, en 2014 se aprobó en Cuba la Política para enfrentar los elevados niveles de envejecimiento de la población, enfocada a implementar lo expuesto en el Lineamiento 144 de la Política Económica y Social del Partido Comunista de Cuba. Sin embargo, el propio Antonio Aja, reconoce en su artículo Política de Población. Experiencias desde Cuba, divulgado el 31 de julio de 2021 por la revista Novedades en Población, que la gran ausencia en la política aprobada se refiere al tema migratorio interno y externo y su efecto sobre la dinámica demográfica, mientras se priorizan los temas reproductivos y de atención al adulto mayor.

Durante los años precedentes el trabajo de campo e investigación ejecutado por el CEDEM y los Observatorios Demográficos en los distintos territorios arrojó que existían zonas con importantes volúmenes de población inmigrante en condición de ilegalidad y difíciles condiciones de vida. Además, se evidenció la presencia de una suma importante de proyectos de vida que incluyen la migración.

El Doctor en Ciencias Aja explica en el documento citado anteriormente que estas temáticas constituyen objetivos de trabajo para el perfeccionamiento de la política de población para la atención a la dinámica demográfica y la investigación científica desde las ciencias sociales.

Propiciar que en Cuba exista más inmigración que emigración o que sea el lugar donde los profesionales desean quedarse a ejercer aquello para lo que fueron formados, aún se plantea una meta difícil y lejana. En tanto, la Ley de Ciudadanía tiene el deber de hablar sobre la vigencia del pasaporte como documento cuya lógica de funcionamiento no indica “vencer” en un período de tiempo dado; promover la emigración ordenada, regular y segura; agilizar trámites en el sector de la extranjería; fomentar la participación de los cubanos radicados en otros lares en el desarrollo socioeconómico del país y a nivel territorial.


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