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¿Cómo debe ser la escuela para que resulte grata y provechosa para todos los niños?

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El próximo lunes comenzará un nuevo curso escolar. Los niños, niñas y adolescentes que empiezan nuevos niveles de enseñanza, tendrán por delante un período de adaptación que será mejor, en tanto la escuela sea fuente de vivencias positivas.

¿Cómo debe ser la escuela para que resulte grata y provechosa para todos los niños? ¿Cómo deben manejar padres y maestros las metas escolares?

La escuela debe ser percibida como un lugar alegre y liberador. El aspecto educativo de la enseñanza debe ser tan importante como la instrucción. Y esa educación debe ser en gran medida emocional. Esto implica conocer los estados emocionales propios, autoaceptarse, aprender a interactuar con los otros, ser capaz de comprender a los demás, sensibilizarse con las experiencias difíciles o dolorosas de otros niños, saber defender con efectividad criterios y derechos personales, resolver problemas de modo positivo, entre otros.

Cuando surjan conflictos entre los infantes, deben utilizarse para el aprendizaje de ambas partes, ponerse en el lugar del otro, entenderse mutuamente, buscar soluciones de conjunto. Si solo se regaña, sin analizar lo ocurrido, no se habrá aprovechado la experiencia de un modo educativo. Estar en un grupo escolar es una condición maravillosa para enseñar, utilizando los propios sucesos de la vida cotidiana en el aula, y donde toda forma de violencia o discriminación debe ser combatida.

Respecto a la instrucción, es importante que se conozca que no todos los niños serán de rendimiento excelente en las asignaturas tradicionales de la enseñanza: matemática, lengua española, ciencias… En ello influyen las potencialidades y fortalezas intelectuales. Padres y maestros deben tener una noción adecuada de la capacidad intelectual de cada niño para pedirles un desempeño acorde a sus posibilidades. Nunca será recomendable exhibir un patrón de niño modelo, al que todos los demás deben tratar de parecerse. El ideal de cada niño, debe ser él mismo, cuando se esfuerza y se emplea a fondo en los resultados escolares.

Por otra parte hace varias décadas se conoce de la existencia de diversas formas de inteligencia. En cada individuo hay alguna predominante. Aunque la inteligencia lingüística y la lógico- matemática son en las que tradicionalmente la enseñanza ha insistido más, hoy se sabe que hay otras que la escuela debe fomentar y tomar en cuenta. Así, hay niños que se van a destacar más en los deportes, la música, las habilidades manuales y el dibujo. Otros son observadores y amantes vehementes de la naturaleza, así como algunos son especialmente dados a las competencias sociales, la interacción y la gestión de conflictos entre sus compañeros. Ello tiene que ver con otros tipos de inteligencia: corporal, musical, lógico-espacial, naturalista, interpersonal e intrapersonal. Lo más adecuado es que cada infante tenga la posibilidad en la escuela de darle cauce a sus fortalezas, lo cual además de potenciar su desarrollo, repercutirá muy favorablemente sobre los procesos de autoestima.

Algunas características propias de la historia de la instrucción masiva, todavía perduran como normas escolares y se asumen acríticamente, por algunos maestros, padres y los propios niños. Conversar en clases, por ejemplo, es una conducta negativa a los ojos de todos. Pero tener la necesidad de socializar es indicador de salud mental. Por tanto, la escuela debe tener espacios pautados, para que los niños se relacionen, jueguen, interactúen. Ser creativos y tener criterio propio, no puede reñirse con el concepto de buen estudiante, todo lo contrario. Los niños deben aprender a defender sus opiniones de un modo adecuado. Dar clases evocando las experiencias de los propios niños, escuchándolos y usando el sentido del humor, son modos gratificantes y productivos de aprender.

La escuela debe ser el complemento imprescindible de la labor familiar, de aquellos que están bien enfocados en la crianza de sus hijos. La escuela puede ser un escenario ideal para educar al que no recibe buena educación en casa, para trasmitir afecto al que no lo tiene, para aceptar y reedificar al marginado, para sacar afuera las potencialidades de cada niño, aunque no se trate precisamente de su habilidad numérica o de lectura.

La escuela tiene mucho que ver con el bienestar psicológico infantil. Ahora que comienza el nuevo curso, empeñémonos todos en hacer esta relación cada día, más armónica y posible.

(Tomado del Canal Crianza Respetuosa)

Tomado de Cubadebate

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