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Las industrias culturales en Cuba: un debate en torno a su esencia y complejidades

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Si un tema resulta controversial, de mucha discusión, análisis, estudio y búsqueda de respuestas o soluciones acordes con las necesidades del país, es éste, dado los peligros que entraña no tener claro conceptos, tendencias y la política al respecto de la Revolución

Aproximarse a la esencia de las Industrias Culturales nos lleva por vericuetos en los que la singularidad, condiciones y aportes de Cuba tropiezan con ciertas contradicciones o dualidades por ser una isla pequeña y sitiada, en la que salvar la cultura como espada y escudo de la nación ha sido siempre una estrategia ante los intentos hegemónicos del imperialismo.

Acá desde hace más de medio siglo el término ha estado asociado a las empresas de producción y comercialización de bienes y servicios culturales, a esas entidades que reproducen libros, discos, películas, emisiones de radio, programas de TV, etc., ya sea en forma de prototipo o serializada.

Desde principios de la actual centuria estudiosas como Lourdes Rita Espinosa Fernández, del Centro Nacional de Superación del Ministerio de Cultura, señalaba que un bien cultural, que lleva en sí mismo el acto de creación y tiene una dimensión económica, ideológica, social y cultural, está dentro de las Industrias Culturales.

Debe tenerse en cuenta que con el desarrollo actual de las nuevas tecnologías y las comunicaciones se amplía su campo y se mezclan actividades, soportes, lenguajes, modos de crear y de consumir.

Incluso ahora, en el programa televisivo Cuadrando la caja, la Doctora en Ciencias Hilda Saladrigas Medina, Profesora e Investigadora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, alertaba de la necesidad de distinguir la cultura de lo que es arte pues la primera se asocia a nuestras raíces y tradiciones y la segunda a la producción serializada, en tanto en el peligro de confundir una con la otra la cultura puede salir perjudicada como fenómeno y proceso.

Por ello la incorporación del concepto de Industrias Creativas no es casual pues está sumando a lo tradicional, a los grandes medios de comunicación, la producción artística, por ejemplo, de los museos, de la industria del libro, la serigrafía, en fin, todas esas ramas que se fueron articulando, llevando esos productos comunicativos a nivel de mercancía, con su valor de cambio y de uso.

También se le adiciona todo lo concerniente al desarrollo del conocimiento, como un contenido a comercializar, según la experta, además de aclarar que alrededor del tema ha surgido un nuevo y último concepto en los círculos académicos; el de la Industria Naranja.

DISTINGUIR LO ARTÍSTICO DE LO PURAMENTE MERCANTIL

Para el músico Jorge Gómez, director del grupo Moncada y presidente del espectáculo Cubadisco,  la industria del ocio, los video-juegos tienen mucho de artístico, hay en estos un gran diseño y mucha tecnología; sin embargo, no son industrias culturales aunque formen parte de estas y en muchos casos empiezan a contaminarse una con el otro y hasta a veces son un contrapunto.

Hay productos de la industria del ocio que se dan de narices con el buen arte, acotó el destacado músico.

Si en algo todos estamos de acuerdo es que estamos ante una industria con todos los peligros y desarrollos, con todas las bondades y terribles consecuencias que pueden tener, pues una gran industria puede contaminar un pueblo, opinó.

Entonces, hay que distinguir lo artístico de lo puramente mercantil, lo cual no es tan fácil y por eso tenemos que dejar de temerle miedo a ciertos nombres y quitarnos algunos prejuicios, advirtió el director de Moncada.

UNA CADENA DE VALOR FRAGMENTADA Y OTROS PELIGROS

Para Fernando León Jacomino, viceministro de Cultura, otro de los invitados el domingo 20 de noviembre a Cuadrando la caja, el término de Industrias Culturales va más allá de esas dos palabras juntas, de la industria seriada.

Probablemente el ámbito en el cual más nos podamos insertar, dijo, no sea justamente el de la producción seriada sino el de la circulación porque somos grandes productores, hay países que tienen industrias musicales a partir de intentar una música que nadie conoce, y ese no es el problema de Cuba sino el de darla a conocer a nivel global.

Subrayó que somos una isla que ha producido una cantidad de géneros y de variantes musicales equivalentes a las de un continente.

Y eso se llama cadena de valor, tenemos esa cadena de valor aquí pero fragmentada, tenemos todos los dispositivos puestos en la formación pero  después no tenemos quien cosecha todo eso que hemos formado, y estamos ante dos variantes: o dejamos que nos lo cosechen otros o nos preparamos para cosecharlo de la manera en que nos interese para que le dé créditos al artista y al país, y al mismo tiempo contribuya al desarrollo de esas manifestaciones.

De acuerdo con el viceministro, “no podemos hablar de industria sino hablamos de escala, que es la masificación de lo que se está produciendo, y en esta zona tenemos mucho que aportar porque tenemos un arte muy poderoso fundado en más de 60 años a partir de un sistema robusto de enseñanza artística, con 38 escuelas en todo el país , incluyendo el Instituto Superior de Arte con sus filiales, y hemos forjado eso no el con el fin de mercantilizarlo sino de prestar un servicio a la población.

Pero la vida nos ha dicho que los espacios en Cuba no dan abasto para poner en circulación todo el talento que estamos formando hace más de seis décadas. Pero ¿dejamos que lo cosechen otros o nosotros?.

Es un tema de cierta complejidad. Cuando un turista viene a Cuba tenemos que venderle o regalarle un producto por la misma unidad de precio en el mismo lugar al cual concurre un cubano, con la misma moneda. Eso crea un nivel de dificultades que ningún otro país del mundo tiene y bajo esas mismas condiciones tenemos que operar, explicó  Fernando  León.

Entonces contó que cuando uno dice que va a entrar a los grandes circuitos de circulación de la música la primera pregunta que surge es si eso condiciona la creación. Y la respuesta es sí.

En su opinión tanto condiciona la creación la circulación a gran escala como la no circulación a gran escala; una cosa la desarrolla y la hegemoniza para que llegue a todo lugar, porque de algún modo usted debe ser rentable. Hoy usted está en Francia, mañana en Noruega y después en Reino Unido para ofrecer un producto tan singular como global, que pueda atraer a esas audiencias y donde nadie lo va a proteger.

¿A nuestros artistas vamos nosotros también a privarlos de lo que la globalización ya los priva que es no estar en los grandes circuitos de circulación, como consecuencia del bloqueo, o de poder actuar y cobrar en ese mercado natural que es Estados Unidos?.  ¿No vamos a buscar otras alternativas, otros mercados, nichos o soluciones? se preguntó el viceministro de Cultura.

Hay casos de artistas que han sido condicionados políticamente para poder ingresar a una zona del mercado, recordó.

Al mismo tiempo como es un tema nuevo no hay formación de capacidades, personas que han llegado a ser empresarios pero que no fueron formados desde la base.

En cualquier lugar del mundo esas competencias se forman desde la universidad o desde cualquier lugar pero antes. Formamos a nuestros artistas al más alto nivel mundial pero no ocurre así con quienes deben gestionar su desempeño o presentaciones.

UNA CULTURA PARA EL PUEBLO Y LA NECESIDAD DE UNA ECONOMÍA SOSTENIBLE

El escritor Víctor Fowler, asesor del Ministro de Cultura, señaló que el fenómeno de las Industrias Culturales no solo atañe a las instituciones del sector, pues son procesos que también tienen que ver con la gestión de los gobiernos en los territorios, incluyendo la producción como extensión.

La Doctora Hilda Saladrigas advirtió que estamos ante un fenómeno que no es nuevo en el mundo pero para nosotros sí. Cuba hizo una Revolución socialista para un pueblo que no sabía leer ni escribir, y darle instrucción ha sido una de sus obras culturales más importantes.

Recordó que en sus orígenes la Revolución no previó la comercialización de la cultura ni el deporte, y costó mucho trabajo ponerle un precio a las entradas para ver un juego de pelota o cobrar un concierto, porque la concepción de que ese arte para satisfacer las necesidades subjetivas de la población no estaba en el supuesto del pensamiento revolucionario.

Pero ahora hay que repensarse esos pasos a la luz de cómo está el mundo y de la realidad de un país como Cuba, que hace una inversión importante en formar a un sujeto, y a la vez  necesita una economía sostenible, sustentable,  que además de satisfacer las necesidades subjetivas del hombre también garantice las de carácter objetivo, advirtió en el debate la profesora universitaria.

Puede ser contradictorio que no busquemos un ajuste para una sociedad  que económicamente tiene precariedad en su base; sin embargo, es importante desde la academia, y por los decisores e instituciones formar a las personas de manera correcta; el socialismo siempre tiene que pensar en su pueblo.

Estamos ante un mundo globalizado y en el que la ideología que domina el mercado quiere quitarle cuota de poder y denominación  al Estado, subrayó la investigadora  y profesora universitaria, además de proponer estudiar esos fenómenos y atemperarlos a la realidad cubana,  sin maniqueísmo.

¿VAMOS A REPRODUCIR LA HEGEMONIA CULTURAL DEL IMPERIO?

Quizás en el mundo no haya un país con la cantidad de instituciones culturales per cápita como Cuba, con más de 15 mil artistas subvencionados, con un gobierno que puede destinar una cifra millonaria para protegerlos como ocurrió durante el enfrentamiento a la pandemia, en que no desamparó a ninguno, a más de 23 mil artistas.

Ese ni es un concepto al que vamos a renunciar ni vamos a dejar de proteger aquello que tenga un alto valor artístico y patrimonial, una importancia comunitaria; tenemos más de 100 bandas musicales municipales que no dependen de los avatares del mercado, tenemos nueve formaciones sinfónicas,  numerosos grupos de cámara y de música antigua, trovadores, agrupaciones de rumba.

Y en todo este fenómeno de las Industrias culturales también participan o se incluyen los jóvenes, la moda, las legislaciones, la ciencia, la innovación, los territorios…, incluso se debe ubicar en los espacios estelares lo que usted considera debe ser consumido, y colocarlo adecuadamente con unas determinadas reglas y exigencia.

Como afirmara en otro momento del programa la Doctora en Ciencias Hilda Saladrigas el proceso es retador; estamos justamente en un momento histórico para Cuba y el mundo, no por gusto se habla de la sociedad del conocimiento, de la sociedad de lo intangible.

Entonces resulta vital el papel del sistema educacional, que tiene que saber enfrentarse a esta cultura o corriente hegemónica, a veces nuestra pues tenemos un  sujeto critico ante la propia producción nacional y la hegemónica.

Para el Doctor en Ciencias Miguel Limia David, director de Ciencia y Técnica del Ministerio de Cultura, las Industrias culturales se articulan con el empleo del poder político a través de los medios de comunicación tradicionales y nuevos, en la época de convergencia del paradigma analógico con el digital que experimentamos hoy día. Esto les proporciona un significado político e ideológico considerable tanto en el espacio público como en el privado.

A nivel internacional están sujetas a la hegemonía del imperialismo, particularmente norteamericano, y sus transnacionales.

Según publicó en La Jiribilla, ellas forman parte de las herramientas que se emplean por las grandes potencias capitalistas para ejercer la hegemonía cultural capitalista global, y constituyen uno de los medios claves utilizados por el gobierno norteamericano en la guerra no convencional que lleva a cabo contra nuestro país.

Esto advierte la necesidad de no dejar el mercado nacional a merced de las transnacionales de la cultura, ni acceder al internacional desconociendo sus características y regularidades.

CUBA TIENE FORTALEZAS PARA EL DESPLIEGUE DE LAS INDUSTRIAS CULTURALES

Cuba tiene fortalezas para el despliegue de las Industrias Culturales, como el capital intelectual generado por la Revolución en el terreno de la creación artística y literaria, el patrimonio material e inmaterial cultural nacional, regional y comunitario atesorado, conservado y reproducido;  el desarrollo de la infraestructura informacional y comunicacional; la formación sistemática de nuevos profesionales por el sistema de educación artística y cultural; los regímenes jurídicos de protección a la propiedad intelectual; y el papel rector del sistema empresarial estatal organizado para la producción y comercialización de bienes y servicios culturales y creativos.

Ahora, durante la XXXVIII Feria Internacional de La Habana, Alpidio Alonso, ministro de Cultura,  visitó en Expocuba el stand de Promociones Artísticas y Literarias Artex S.A., donde intercambió con directivos del ramo respecto  a los productos exportables de las industrias culturales, el desarrollo del comercio electrónico, la plataforma Sandunga de streaming y descarga de la música cubana y sobre el evento Baila en Cuba, que se organiza mediante la Agencia de Turismo Cultural Paradiso.

Como bien señala el Doctor en Ciencias Miguel Limia David “las industrias culturales y creativas producen valores culturales a la vez que riqueza en el plano económico-financiero, por lo que impactan no solo sobre la calidad de vida de la población que los genera y consume, sino también sobre los procesos de integración, cohesión y cooperación sociales, sobre la memoria e identidad individuales y colectivas».

Sus bienes y servicios fungen entonces como satisfactores de necesidades de consumo espiritual, que desempeñan un importante papel en tanto medios e instrumentos de la lucha y las relaciones de clases en el terreno político-ideológico, asegura el prestigioso académico.

Elementos positivos industrias culturales en Cuba
Elementos positivos industrias culturales en Cuba (Arisdalia Gómez Manzo / Cubahora)

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