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Líneas generales sobre el cambio climático que vivimos

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El fenómeno del cambio climático es la enfermedad del medioambiente, y es el hombre su principal responsable. Por eso la comunidad científica intenta involucrar a gobiernos, organizaciones y figuras influyentes a nivel global, para evaluar la situación, y llamar a que seamos sensatos y pensemos en el futuro de la humanidad, seriamente amenazado.

De acuerdo con expertos, las emisiones de “gases de efecto invernadero” es lo que acelera el deterioro medioambiental, pero ¿en qué consiste en realidad, y qué daños nos produce? Y sobre todo ¿qué podemos hacer para mitigar sus emisiones?

Se trata de gases liberados de forma natural y también por la acción humana. Entre ellos se encuentran el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), y el óxido nitroso (N2O), así como halocarbonos y otras sustancias con contenido de cloro y bromo. Cada vez el ambiente tiene mayor concentración de esos elementos, ya sea por la industrialización de la sociedad, incluso la cría de ganado y, por supuesto, el uso de vehículos de combustión y la destrucción de ecosistemas.

Todo ello afecta la composición química de la atmósfera y contribuye al incremento de la temperatura media porque, y de acuerdo con una publicación del Equipo Técnico de Gases de Efecto Invernadero del Instituto de Meteorología de nuestro país, esos gases “absorben la radiación infrarroja emitida por la superficie de la Tierra, por las nubes y por la propia atmósfera. La atmósfera emite radiación en todas direcciones, incluida la descendente hacia la superficie de la Tierra”. Y de ese modo es que atrapan, de manera creciente, el calor.

Estadísticas recogidas en la plataforma EpData sostienen que “las emisiones globales de CO2 alcanzaron un nuevo récord mundial en 2022, un año que terminará con unas emisiones de hasta 40.600 millones de toneladas de CO2 y no hay síntomas de que se vaya a producir el necesario y urgente descenso para lograr limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados a final de siglo”.

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Asimismo, observaciones de la red de la Vigilancia de la Atmósfera Global de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en estaciones ubicadas en el Ártico, zonas montañosas e islas tropicales, también indican que las concentraciones de CH4 y N2O ascendieron durante la última década.

El impacto directo se puede comprobar con el derretimiento de los hielos, el aumento del nivel del mar, así como la ocurrencia de fenómenos naturales cada vez más intensos como huracanes, olas de calor, lluvias, sequías y la desertificación. De las secuelas más importantes destacamos la migración forzada de poblaciones y especies, y el consiguiente desequilibrio de ecosistemas.

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La temperatura

El aspecto más preocupante del cambio climático es el incremento de la temperatura media ocasionado por esos gases de efecto invernadero, y actualmente, según la Administración Nacional de Aeronáutica Civil (NASA), esa cifra se halla un grado por encima de lo registrado en el siglo XIX. Sobre este tema son diversos los criterios, un informe del Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alerta que, de mantenerse el ritmo actual de emisiones, podría aumentar hasta 1,5 °C entre los años 2030 y 2052. Sin embargo, la OMM predice que este proceso pudiera ocurrir antes, en tan solo cinco años.

A propósito, el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas, afirma que el umbral de los 1,5 °C “no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales no solo para las personas, sino para todo el planeta”. Tengamos en cuenta que, según datos de la OMM, en 2021 la temperatura media mundial ya se situaba en 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales de referencia, así que, de continuar esta tendencia, perfectamente el planeta podrá alcanzar muy pronto los niveles previstos.

Es por eso que el histórico Acuerdo de París, que entró en vigor en noviembre de 2016, estableció objetivos específicos, y fue firmado por 193 países más la Unión Europea bajo el compromiso de colaborar juntos, sin embargo, todo parece indicar que seguirán incrementando las temperaturas y en consecuencia los océanos se calentarán más y aumentarán sus niveles de acidez; seguirán derritiéndose el hielo marino y los glaciares; seguirá subiendo el nivel del mar; y cada vez serán más extremas las condiciones meteorológicas.
 

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Cuba

Las condiciones económicas de Cuba hacen que nuestro aporte al calentamiento global sea poco significativo, pues al no tener alto desarrollo industrial no contamos con una contaminación al nivel de las naciones desarrolladas. No obstante, sí es un tema que preocupa y ocupa porque el impacto del cambio climático nos alcanza.

Para nuestro país sería devastador el incremento de fenómenos meteorológicos, con mayor frecuencia e intensidad. Una evaluación preliminar en Cuba reveló que, con las variaciones del clima, el aumento de las precipitaciones pudiera ocasionar el incremento de la erosión en algunas áreas montañosas. Uno de los aspectos más preocupantes, el nivel del mar, se estimó que subirá en 65 cm para finales del próximo siglo, lo que puede provocar inundaciones en zonas bajas, la salinización y empeoramiento de la calidad de los acuíferos, entre otras consecuencias.

También se prevé como importante el daño, por lluvias y altas temperaturas, en cultivos sensibles como la caña de azúcar, el tabaco y la papa. Los especialistas cubanos consideran que la salud humana se verá afectada por el cambio climático. Por ejemplo, por la propagación de enfermedades transmisibles, relacionadas con el déficit y la calidad del agua.

Teniendo en cuenta que son irreversibles los daños ya en curso, somos todos convocados a tomar conciencia y actuar en consonancia para disminuir sus efectos porque de acuerdo con el Director del Proyecto 3CN+1BUR, Dr Eduardo O. Planos Gutiérrez, en el libro El cambio climático y la evolución de su conocimiento en Cuba, el problema “transcurre de manera más acelerada que lo previsto” y “las alternativas para enfrentar la crisis continúan siendo la mitigación y la adaptación”.

Para vivir en armonía con la naturaleza, la comunidad científica internacional y local hace recomendaciones básicas que podemos cumplir cada uno en nuestra vida cotidiana como reducir las formas de transporte que utilizan combustibles fósiles, y movernos de manera sostenible, ya sea caminando, en bicicleta, o en autos eléctricos. También ayudaría utilizar energía verde y optimizar el consumo de electricidad; así como reciclar, consumir productos ecológicos y no desperdiciar alimentos. Todas estas medidas tendrán un impacto significativo a largo plazo.

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