Danza de intrigas y nostalgias
“Somos tal como nos crearon los dioses: fuertes y débiles, buenos y malos, crueles y amables, heroicos y egoístas. Hay que tenerlo presente si se quieren gobernar los reinos de los hombres”. Así profetiza el septón Barth, uno de tantos personajes nacidos de la mente prodigiosa de George Raymond Richard Martin, y sus palabras definen a casi cada historia del universo ficticio creado por el escritor británico.
Admirador incondicional de Tolkien, pero más interesado en las luchas intestinas de los hombres por el poder que cualquier atisbo de fantasía que pudiera acompañarlas, el autor de Song of Ice and Fire se hizo universal cuando su célebre saga fue adaptada a la televisión en el 2011. Once años después, vuelve a la luz de los proyectores con otra de sus obras en las manos de HBO, esta vez la precuela de Game of Thrones.
Bajo el nombre de House of the Dragon, la serie de 10 capítulos se basa en la segunda mitad de Fire and Blood, la enciclopédica novela sobre la sucesión de los Targaryen. En el momento de su publicación, despertó el desencanto de miles de seguidores que clamaban por el tan esperado final de la saga y no el relato de sucesos anteriores.
Pero antes de seguir arriesgándose al fanservice y continuar la historia sin basamento literario (el descontento general por la última temporada de Game of Thrones sirvió de experiencia suficiente), se optó por la apuesta segura de la nueva entrega y solo dos años bastaron para hacer realidad el proyecto. Además, en esta ocasión el mismísimo Martin decidió asesorar como productor, junto a Ryan Condal (Hercules, Rampage) y el director Miguel Sapochnik (la mente tras la inolvidable Batalla de bastardos).
La trama ocurre 172 años antes del asesinato de Aerys II, el Rey Loco, y el nacimiento de su hija Daenerys. Aunque la novela original abarca más de 100 años al contar el establecimiento y dominio de los Targaryen en Poniente, la serie solo se centra en la guerra civil que llevó al declive de la dinastía, la conocida Danza de los Dragones.
Dicha decisión se debió a que era demasiado periodo de tiempo por cubrir (sumando el gigantesco casting que hubiera sido necesario para representar cuatro generaciones) y a que la verdadera intención de los realizadores consistía en explicar cómo la familia más poderosa, temida por su dominio de dragones, terminó buscando la ayuda de los dothrakis para reconquistar la corona.
La destrucción de los Targaryen se vuelve inevitable una vez que superan el horror de asesinar a los suyos para hacerse con el poder. Fotograma.
Previendo su fin, el monarca Jaehaerys I debe elegir a quién dejar su legado. Aunque le corresponde por cercanía a Rhaenys, hija de su fallecido primogénito, opta por Viserys, ya que está convencido de que nadie está listo aún para sentar a una mujer en el Trono de Hierro. Así, sin sospechar lo que ha provocado, el monarca conocido como el Conciliador inicia la cuenta regresiva que llevará a la destrucción de su linaje.
Desde los primeros minutos, resalta el esfuerzo por convencer de que se sigue la misma línea de Juego de Tronos: intrigas políticas, alianzas imprevistas y traiciones sin fin, desnudos explícitos y ríos de sangre. Incluso, elementos que impactaron en la anterior por imprevisibles o chocantes como la aparición de dragones o la práctica del incesto, aquí se toman como parte de la cotidianidad.
Otro aspecto que House of the Dragon evoca de su antecesora es la fastuosidad de toda producción millonaria. Desde las espléndidas locaciones repartidas entre España, Portugal e Inglaterra, pasando por el vestuario primoroso de la mano de Jany Temime (Harry Potter, Skyfall, Judy, Black Widow) hasta el regreso de Ramin Djawadi en la banda sonora, el mismo artífice que logró convertir el tema de Game of Thrones en el himno inconfundible que todos evocamos al oír el violoncelo.
En el reparto, se integran jóvenes promesas con veteranos que suelen llevar las riendas de la historia. Cabe destacar la actuación de Milly Alcock y Emily Carey en los roles de Rhaenyra y Alicent Hightower respectivamente, aunque las versiones adultas de sus personajes (Emma D’Arcy y Olivia Cooke) ya traen consigo la carga implícita de la guerra por venir. Ambas fabulosas, especialmente la segunda, en su eterna lucha interna entre la moral y el rencor.
Paddy Considine, en el rol de Viserys, acierta en entregar al rey abrumado por su deber y la tarea imposible de unificar la familia que se desgarra en la lucha por el poder. Sobre sus hombros recae una paz ilusoria, pero, al igual que su abuelo, cada decisión tomada lo acerca de manera irremisible al caos.
Emma D’Arcy y Olivia Cooke brillan en sus respectivos roles de una familia que se desgarra en la lucha por el poder. Fotograma.
Por otro lado, Rhys Ifans brilla como el viperino Otto Hightower, escondiendo bajo el semblante apacible su empeño por torcer los destinos del reino según sus intereses y recordándonos al Meñique de Aidan Gillen. Pero quizás el personaje más fascinante es el asumido por el antiguo Dr Who, Matt Smith. Su Daemon Targaryen representa el verdadero carácter que corre entre los hombres de la familia: cruel, arrogante, pero también encantador e insanamente atraído por el fuego de la destrucción. Por supuesto, aquí no tendremos la diversidad de personajes de Game of Thrones. Esta es la historia de los Targaryen, y aunque se mencione a los Stark, Lannister o Baratheon, el núcleo narrativo pertenece a los primeros.
Para los que aún recuerdan las escenas de Daenerys a lomos de Drogon arrasando con Desembarco del Rey, entonces no se sorprenderán con las crueldades de sus antecesores. House of the Dragon acoge la misma lucha implacable de la mujer contra la sociedad patriarcal que le niega su derecho, pero serán también las mujeres quienes actuarán como puntas de lanza en el exterminio progresivo de los suyos. De madres amorosas a furias obsesionadas por el Trono de Hierro, que sorprenderán por su capacidad para las más disímiles metamorfosis, y nunca veremos en la novela por ser un mero recuento de hechos.
Y ello puede convertirse quizás en el punto débil de la serie. Fire and Blood es un libro de referencias que siempre se verá opacado por los diálogos y la compleja construcción de personajes de la saga. Por lo tanto, en el mar de pelucas platinadas no abundarán los Tyrion o Samwell Tarly. Ya de por sí, la prosa del autor se distingue por contar magistralmente los hechos, pero sin demasiada elaboración en el desarrollo interno de los caracteres, sus pensamientos.
Esta novela, más escueta que las anteriores en ese sentido, trae como consecuencia que los diálogos y expresiones que vemos en pantalla son creados durante la escritura del guion. Por suerte, la proximidad de Martin en la producción permite salvar estas distancias. Otros deslices menores, como el incipiente trabajo del CGI en los primeros capítulos o el descuidado tratamiento recibido por el personaje de Daemon Targaryen para acusar el paso de los años, van quedando sepultados por el júbilo contagioso tras tantos años de espera.
La historia de los Siete Reinos, desde la aparición de los hijos de los bosques hasta la destrucción de Desembarco del Rey, está pensada y contada desde similar perspectiva a la de la Tierra Media de Tolkien. Pero si este último fue el maestro de la fantasía épica en la lucha del bien contra el mal, Martin se distingue por no respaldar ningún bando y dejar que sean solo los hechos los que juzguen a los hombres.
En su recordada saga, contaba con una inminente invasión de muertos vivientes, asesinos cambiaformas y dragones renacidos. Sin embargo, solos los empleó como aditivos en su madeja de conspiraciones y luchas. Y el mensaje no puede ser más explícito: cualquier criatura sobrenatural, por aterradora que sea, palidece ante las crueldades y desatinos de los seres humanos.
En las historias de George R. R. Martin, ningún dragón supera el daño que los hombres pueden hacerse a sí mismos. Fotograma.
Por ello, criticar la excesiva violencia presente en batallas y ajusticiamientos, la mujer como objeto de explotación o la práctica del incesto para preservar la pureza de la sangre, sería negar el pasado de la humanidad. El propio Martin alega en varias entrevistas que aquellos ofendidos por dichos detalles en su obra, simplemente necesitan una lección de historia.
La serie no termina de probarse en el mismo nivel narrativo de Game of Thrones. Tiene más dragones y experiencia de proyectos anteriores, pero menos profundidad en ardides mentales y motivaciones secretas que redefinían constantemente los bandos. Solo la nostalgia no es suficiente para recuperar la capacidad de sorprender y admirar, teniendo en cuenta que se anuncian más temporadas sobre la extensa historia de Poniente.
Sin embargo, el producto final tiene todos los elementos posibles para quedarse como digna precuela. Logra, eso sí, su función de explicar el porqué del inevitable destino de todo Targaryen. Demencia o muerte parecen ser la condena de los sobrevivientes a la maldición de Valyria, especialmente, aquellos tan obsesionados por el poder que terminaron superando el horror de asesinar a los suyos y apoderarse del trono.
Para los que ya conocemos la obra de Martin, será difícil volver a confiar en que la figura con más autoridad y carisma para hacerse con el protagónico será quien finalmente venza. Así que esperen fuego y sangre, pero ningún final feliz.
Ficha Técnica
🎬 Título: House of the Dragon
⭐️ Calificación: 7.4/10 (4056 votos)
📅 Año: 2022
⏳ Duración: 60 min.
🗺 País: Estados Unidos
👤 Dirección: Ryan Condal (Creador), George R.R. Martin (Creador), Miguel Sapochnik, Clare Kilner, Geeta V. Patel, Greg Yaitanes
✍️ Guion: Ryan Condal, George R.R. Martin, Miguel Sapochnik, Sara Hess
🎵 Música: Ramin Djawadi
📷 Fotografía: Pepe Avila del Pino, Fabian Wagner, Alejandro Martínez, Catherine Goldschmidt
👥 Reparto: Paddy Considine, Matt Smith, Milly Alcock, Emma D’Arcy, Rhys Ifans, Olivia Cooke, Emily Carey, Steve Toussaint, Eve Best, Fabien Frankel, Sonoya Mizuno, Ryan Corr, Jefferson Hall
🏢 Productora: HBO, 1:26 Pictures. Distribuidora: HBO Max, HBO
Género: Drama. Intriga. Fantasía medieval. Spin-off. Precuela