El espíritu de Cuba en Baraguá
El ejemplo de Maceo se agigantó, su actitud ejemplar arrastró a jefes, oficiales y soldados en el amor a la Patria. No en vano Martí le expondría en una de las cartas previas a la Guerra Necesaria: «Precisamente tengo ahora ante los ojos la Protesta de Baraguá que es de lo más glorioso de nuestra historia»»
Cuentan que la densa neblina que suele cubrir aquellas sabanas se disipó más temprano que nunca el 15 de marzo de 1878, como para permitir que los rayos del sol iluminaran intensamente el escenario del histórico acontecimiento que acaecería ese día bajo el arbolado de mangos de Baraguá, justo en el corazón del indómito Oriente.
El Mayor General Antonio Maceo se aprestaba a saldar la herida que, por encima de las 21 recibidas en su cuerpo durante la Guerra Grande, dolía más: aquella ocasionada por el Pacto del Zajón, firmado por políticos y militares cubanos desarmados por el divisionismo, el regionalismo, el caudillismo y la indisciplina.
El Pacto había sido rubricado ante el mismo colonialista que Maceo recibiría, el general Arsenio Martínez Campos. Era el momento de limpiar la vergonzosa rendición, de ahí que, llegado el encuentro, el mambí rechazara de tajo el armisticio inaceptable que no planteaba la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.
La sangre derramada por la causa de la libertad no podía olvidarse, y el parco diálogo fijó la determinación de proseguir la lucha el siguiente día 23, para dejar sentado el principio del deber.
El ejemplo de Maceo se agigantó, su actitud ejemplar arrastró a jefes, oficiales y soldados en el amor a la Patria. No en vano Martí le expondría en una de las cartas previas a la Guerra Necesaria: «Precisamente tengo ahora ante los ojos la Protesta de Baraguá que es de lo más glorioso de nuestra historia»».
El Titán de Bronce salvó a Cuba para todos los tiempos. En ocasión de la Crisis de Octubre de 1962, bastó al Che Guevara afirmar que toda Cuba fue un Maceo para definir la firmeza del pueblo frente al peligro nuclear, y luego, al convocarse en crucial momento al IV Congreso del Partido, se haría bajo la divisa de que el futuro de Cuba será un eterno Baraguá.
De ahí que, en su centenario, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz afirmara que, con la Protesta de Baraguá, llegó a su punto más alto, llegó a su clímax, llegó a su cumbre, el espíritu patriótico y revolucionario de nuestro pueblo.
Protesta de Baraguá, su trascendencia histórica. (Tomado de Canal Caribe)
Este suceso estuvo marcado por dos hechos fundamentales, demostraba la inquebrantable voluntad de los cubanos de continuar la lucha y significó el ascenso de los sectores más humildes como la clase más revolucionaria en la gesta mambisa.
La Protesta de Baraguá, 15 de marzo de 1878, fue un acto de negativa a aceptar el convenio de paz conocido como Pacto del Zanjón, que dio fin a la Guerra de los Diez Años (1868-1878).
El hecho histórico fue liderado por el Mayor General del Ejército Libertador Antonio Maceo y Grajales, otros altos jefes, oficiales y tropas orientales a su mando, protagonizada en Mangos de Baraguá, una localidad cercana a la ciudad de Santiago de Cuba, en la antigua provincia de Oriente.
La trascendencia histórica de este suceso estuvo marcado por dos hechos fundamentales, demostraba la inquebrantable voluntad de los cubanos de continuar la lucha por la independencia y la abolición de la esclavitud y significó el ascenso de la clase más humilde como la más revolucionaria en la gesta mambisa.
En un inicio La Guerra de los Diez Años fue comandada por hacendados, terratenientes y nobles; pero fueron las capaz más humildes de la sociedad cubana las que recogen las banderas caídas de Céspedes, independencia y abolición de la esclavitud; y proclaman la continuidad de la lucha por esos objetivos.
Contexto histórico
El regionalismo, la desunión y el caudillismo provocaron que las fuerzas mambisas perdieran la iniciativa durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878) hasta el callejón del Pacto del Zanjón, donde el colonialismo español pretendió una injusta paz en los precisos instantes en que los mambises reasumían la iniciativa en Oriente y Las Villas.
La falta de unidad había llegado en algunos casos al resquebrajamiento de la disciplina y se erigía como un factor funesto que atentaba contra el alcance de la añorada libertad. Algunos (no todos) asumieron el Zanjón como salida y muchos continuaron empeñados en la lucha en la parte oriental de la Isla.
Antecedentes de la Protesta
Maceo, que en enero de 1877 había sido ascendido a Mayor General y repuesto ya de las graves heridas recibidas el 6 de agosto de ese propio año, en el combate de Mangos de Mejías (ocho en total, cuatro de ellas en el pecho), se incorpora de nuevo a la guerra.
Las victorias resonantes en Florida, Llanada de Juan Mulato y San Ulpiano en enero y febrero de 1878, le reconfortan por el tiempo perdido en la convalecencia.
Desconocedor de lo que sucedía en Camagüey y Las Villas va en busca de su médico y amigo fraternal, el doctor Félix Figueredo, para comentar los rumores que circulaban de conferencias y tratos con los españoles, en los que no creía.
El doctor Figueredo le dio un amplio informe de las noticias que había recibido. A una pregunta directa de Maceo sobre la actuación del generalísimo Máximo Gómez, Figueredo contestó que no podía responder más que de sí mismo. Maceo, al oír todo lo que se había dicho de los jefes de la Revolución que aceptaron el convenio con los españoles, se alejó visiblemente disgustado, sin despedirse del amigo.
El 18 de febrero de 1878, en Pinar Redondo, se entrevistaron Gómez y Maceo. Era el momento esperado por el primero para informar al segundo todo lo ocurrido en Camagüey y dar el adiós a la heroica madre de la familia Maceo, a su comadre Mariana Grajales. Allí conoció de la postura de Maceo en cuanto a no aceptar lo proclamado en el Pacto del Zanjón y su disposición a continuar la lucha. Se enteró también del objetivo del Titán de celebrar una entrevista con Martínez Campos para pedirle una suspensión de hostilidades que le permitiera organizarse.
Protesta de Baraguá
El 21 de febrero de 1878, Maceo, escribe a Martínez Campos. Le dice que conoce por Gómez, Rodríguez y Cedeño, comisionados del Departamento Central, lo pactado en Camagüey: Oriente y Tunas se hallan en condiciones de continuar la lucha, no están de acuerdo con la resolución de la Junta del Centro»». Termina solicitando entrevistarse con él y pide cuatro meses de suspensión de hostilidades para consultar la voluntad de todos los distritos que componen ese departamento.
El 15 de marzo de 1878 se realizó la entrevista entre los generales Antonio Maceo y Arsenio Martínez Campos y allí, entre halagos de su homólogo español, El Mayor General del Ejército Libertador concretó su posición en pocas, pero precisas palabras:
El general Martínez Campos llegó a Mangos de Baraguá conducido por José Cefí Salas y después de realizar su presentación y la de sus acompañantes, pronunció breves palabras de introducción a la conferencia. Por su parte, el general Maceo presentó a sus acompañantes y de inmediato comunicó a Martínez Campos que no estaban de acuerdo con el pacto firmado, ya que con el mismo no se lograba la independencia de Cuba, ni la abolición de la esclavitud. Posteriormente hablaron el general Manuel Calvar y el doctor Félix Figueredo, quienes reforzaron los planteamientos hechos por Maceo. Seguidamente Martínez Campos replicó:
«Pero es que ustedes no conocen las bases del Convenio del Zanjón.
«Sí «interrumpió Maceo» y porque las conocemos es que no estamos de acuerdo.
Martínez Campos trató de leer el documento, pero Maceo no se lo permitió al plantearle:
Guarde usted ese documento, que no queremos saber de él.
Antonio Maceo
Como resultado de la conferencia, se acordó que volverían a romperse las hostilidades y se estableció para ello un plazo de ocho días con el fin de que las tropas ocuparan los territorios designados. El capitán, Fulgencio Duarte, que había presenciado la entrevista, exclamó:
«¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!
Martínez Campos, quien había ido a Baraguá confiado en la facilidad de un arreglo pronosticado por sus confidentes, se retiró moralmente derrotado ante la actitud resuelta y serena de Maceo, líder del pueblo y de la Revolución, dispuesto a seguir luchando hasta vencer o morir.
Una vez terminada la histórica entrevista, los participantes, en representación del pueblo cubano elaboraron y aprobaron una breve constitución y formaron el Gobierno provisional de Oriente, para continuar la lucha por la independencia de Cuba en la Guerra Necesaria (1895-1898).