Violencia contra la mujer en Cuba: ¿Por qué las víctimas no piden ayuda?
La violencia contra la mujer en Cuba no ha sido un tema quedado al fondo de tintero.
Disposiciones jurídicas, programas nacionales, talleres, seminarios, jornadas, habilitación de números telefónicos, grupos institucionales en redes sociales, planes de acción, medidas, consejerías»¦ muchos son los mecanismos y alternativas con que hoy cuenta el país para hacer frente a este fenómeno, que, a pesar de todo, sigue ahí.
No existen datos públicos recientes, pero, en 2019, el Informe cubano de cumplimiento de la Agenda 2032 para el Desarrollo Sostenible reportaba una tasa de feminicidios de 0.99 por cada 100 000 mujeres de 15 años o más durante el año 2016.
Foto: tomada de eleconomista.com
Para ese mismo año, la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género revelaba que más de la tercera parte de las mujeres entrevistadas, solo en el contexto de sus relaciones de pareja, había sufrido violencia en algún momento de sus vidas, según informaba Cubadebate.
Ocurre que, por un lado, no se perciben los actos de violencia como tales, se naturalizan cual si fueran parte intrínseca de la convivencia. Por otro, cuando las mujeres sí se dan cuenta de que son violentadas, en la mayoría de las veces no recurren a los espacios y ayudas a su alcance.
Está claro que no basta infraestructuras y diseños, hay que considerar también qué pasa con las mujeres víctimas de este flagelo. Desde sus características personales y formas de vida, hasta la información de que dispongan y la opinión que se hayan conformado de cómo pueden ser ayudadas de un modo efectivo, andan mediando entre ellas y la posibilidad de ayuda.
El I Foro de Socialización de Oportunidades para Superar Vulnerabilidades, realizado a mediados del pasado año por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y coordinado por la Universidad de La Habana, arrojó muy interesantes luces sobre el tema, que en este texto se concreta la violencia de género, pero que ellos ampliaron a otras manifestaciones.
En ese espacio de diálogo donde confluyeron saberes de la Sociología, Psicología Clínica, Psicología Social, Estudios del Desarrollo, Estudios Socioculturales, Gestión Sociocultural, Periodismo, Ciencias Jurídicas, Pedagogía, Educación Artística, Historia, Demografía, Ciencias de la Información, Matemáticas, Ciencias Médicas, Comunicación Social, Filosofía, Ingeniería y Computación, intentaron, entre otros propósitos, encontrar respuesta a por qué se subutilizan los mecanismos para atender violencias, discriminaciones y desigualdades.
Foto: tomada de sp.depositphotos.com
Estas fueron, resumidas, algunas de las razones:
- Por subvalorar los impactos de la violencia
- Por mantenerse las víctimas en la llamada línea del perdón, esperando a que la situación cambie para mejor de manera espontánea
- Por la dependencia sentimental, económica y/o filial del victimario
- Por miedo a que aumente la violencia cuando se denuncia
- Por desconfianza en los mecanismos de denuncia y, por tanto, temor al fracaso
- Por desconocer los lugares y procedimientos para la denuncia, así como por no saber gestionar evidencias para dicha denuncia
- Por carecer de lugares de refugio y redes de apoyo
- Por entender la violencia como un asunto privado
- Por no autorreconocerse como víctimas, naturalizando la violencia
Mantenerse en la llamada línea del perdón, confiando en que todo mejorará de modo espontáneo, es uno de los motivos por los que no piden ayuda. Foto: tomada de radiohc.cu
Muchas son hoy las alternativas a disposición de las que son objeto de conductas violentas, lo mismo en el hogar que en el ámbito laboral, estudiantil, o en otros; lo mismo en lo referido a la violencia física, que a la psicológica, sexual, económica, vicaria (la que busca dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente sus hijos) u otra, y también para aquellas que se sienten en situaciones de discriminación o desigualdad.
Entre ellas están las Estaciones de la PNR; la Línea 103; la propia FMC; las oficinas de atención a los derechos ciudadanos de la Fiscalía General de la República (fiscalías municipales); la Línea Ãnica de la Fiscalía General de la República para atender violencia, en colaboración con la FMC; las Casas de Orientación a la Mujer y las Familias; los Grupos de Salud Mental; las áreas de atención primaria de Salud; los servicios de atención psicológica de los policlínicos; los Grupos Municipales de Prevención Social; así como los sindicatos en los centros laborales, y también en estos, los Ãrganos de Justicia Laboral, cuando la violencia «en este caso, de género» ocurre en el trabajo.
Números de teléfono en el territorio nacional para la atención a situaciones de violencia, discriminación y desigualdad
Pero, como ya arriba se afirmaba, acude solo una parte de las necesitadas de ayuda a estas alternativas. No por gusto la vice primera ministra cubana Inés María Chapman instaba, apenas el pasado sábado, a visibilizar y dar respuesta inmediata a las situaciones de violencia de género.
Foto: Ana Fernández de Lara / ACN
Así se pronunció en un taller sobre esa problemática, donde representantes de la FMC y de otras instituciones debatieron acerca de los desafíos para implementar la Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar, documento que, con alcance hasta el 2030, constituye expresión de la voluntad política del Estado y Gobierno cubanos.
En ese taller se insistió en la participación comprometida y permanente de los diversos actores involucrados en atender y prevenir este flagelo de la violencia contra la mujer.
Y sí, habrá que continuar análisis y, sobre todo, acciones: divulgar, informar, preparar, persuadir, explicar, demostrar»¦ y cuanto quehacer sirva para seguir desdibujando violencias contra la mujer en un país como el nuestro, que cada vez privilegia más respetos y afectos, desde la propia Constitución de la República hasta el Código de las Familias, ahora en consulta popular.