Al mar por la libertad de Cuba
Los viajes marítimos de José Martí estuvieron ligados al cumplimiento de su objetivo de vida: la libertad de Cuba. «Mido yo mi grandeza por la de los océanos irritados»¦», escribiría el Apóstol
Si hay alguien en la historia de nuestro país que pasó una buena parte de su vida viajando, ése fue José Martí. En el siglo XIX los aviones todavía no estaban en apogeo; de más está decir que también buena parte de estos viajes se hicieron por mar.
Martí realizó durante sus años de vida al menos cincuenta viajes marítimos, y lo mejor es que la mayoría los hizo para lograr la libertad de Cuba.
» No todos los viajes fueron color de rosas; en varias ocasiones tuvo Martí alguna que otra tormenta en frente, tanto en barcos de vapor poderosos como en embarcaciones pequeñas, e incluso en aquel bote minúsculo que lo trajo a la Patria junto a Máximo Gómez y otros revolucionarios.
Es curioso que, antes de inmiscuirse en el vendaval de la lucha revolucionaria, ya Martí de niño realizó dos viajes marítimos y, además, nada cortos.
El primero fue a España y lo hizo con solo cuatro años, en 1857, junto a su familia, y el segundo, lo hizo con diez años y junto a su padre Mariano, con destino al actual territorio de Belice, entonces conocido como Honduras Británicas.
Los otros viajes de la juventud temprana de Martí están condicionados por su proceso de exilio y su formación académica. Estos incluyen el corto traslado hasta Isla de Pinos para su recuperación luego del Presidio, así como su deportación a España, en 1871 a bordo del vapor Guipúzcoa.
Luego el mar llevaría a Martí desde París a Inglaterra, de Inglaterra a Nueva York, en el vapor trasatlántico Celtic, de allí a Veracruz en el vapor estadounidense City of Mérida, para regresar a Cuba en 1877 en el vapor Ebro.
Esta estancia en Cuba fue cortísima, pues pronto retornaría nuevamente a México donde realiza nada menos que un viaje en canoa por Centroamérica. Terminado el periplo en Belice, viajaría a Guatemala, y de allí a México, para casarse con Carmen Zayas. Ya casado regresa a Guatemala, de allí a Honduras y finalmente, de regreso a La Habana. Era 1878 y acababa la Guerra de los Diez Años, Martí tenía entonces solo 25 años.
En el año 1879 comenzaría una nueva etapa en la vida revolucionaria de José Martí con su segunda deportación a España, hacia donde viaja a bordo del vapor Alfonso Doce, de ahí se traslada por tierra hacia Francia, y nuevamente por mar a Nueva York.
En 1881 llegaría a Venezuela, de allí nuevamente de regreso a Nueva York. En 1891 llegaría a Cayo Hueso a bordo del vapor Olivette, y al año siguiente, en agosto, viajaría a varias islas del Caribe, alcanzando Haití y Dominicana, en busca de Máximo Gómez. En octubre regresaría a Nueva York.
Pero la etapa conspirativa más fuerte de José Martí iniciaría en 1893, cuando prepara un nuevo viaje a Las Antillas y Centroamérica, preparando a las fuerzas insurrectas y convenciendo a los patriotas para lanzarse nuevamente de lo que llamaría La Guerra Necesaria. Costa Rica, Panamá, Cayo Hueso, Nueva York, Tampa, Cabo Haitiano, Montecristi, y de allí, junto a Máximo Gómez y en 1895, finalmente, hacia Cuba, a la lucha.
Por Playitas de Cajobabo desembarcó Martí y Gómez en abril de 1895, el último de los viajes marítimos del Apóstol. Este había comenzado el primero de abril en Montecristi, en la goleta Brothers. El día cinco de abril, los patriotas abordan el barco Nordstrand usando pasaportes falsos y tras un día de navegación desembarcan en Cabo Haitiano. De allí parten el día diez hacia la isla Inagua, atracan en su puerto principal y continúan viaje pasando cerca de Cuba.
A las ocho de la noche los expedicionarios se encuentran a una milla escasa de la costa cubana, pero el mal tiempo arrecia y los patriotas tienen que remar bastante para llegar. A las diez y treinta el barquichuelo llegaría a la orilla, Martí se queda hasta el último vaciando el bote, y, por fin, tiene la dicha grande de poner sus pies en la patria querida.
Fuente: Revista Mar y Pesca No. 446.
Imagen: tomada de Portal José Martí.