De canjes y traspasos en la pelota cubana (+Video)
Las pretemporadas cubanas de béisbol han estado marcadas por los peloteros que han cambiado de equipo. La historia no es nueva, pero después de la escandalosa operación matancera hace unos años de halar como un imán a todo el que estaba suelto (y algunos que no) en el ambiente beisbolero, adquirió mayor protagonismo, sobre todo, porque no había regulación.
Por suerte, en el efímero mandato de Ernesto Reinoso, lamentablemente fallecido como consecuencia de la COVID-19, se reglamentó el asunto, al menos en los papeles y la pasada serie nacional el cambia-cambia fue con orden.
Los últimos forcejeos entre atletas y las direcciones de sus respectivas provincias fueron los de Freddy Asiel Álvarez, quien quería jugar con Matanzas, y Yorbis Borroto, que mostró intenciones de vestir el uniforme de los Toros, pero en ambos casos no prosperó el movimiento y los dos siguen en sus nóminas originales, desde las que han llegado, incluso, a la selección nacional. Para la próxima campaña son varios los jugadores que han hecho sus maletas. Sobresale el caso de Edilse Silva, quien regresa a Holguín, donde está casado y residiendo. Santiago de Cuba lo retuvo todo lo que pudo, pero el reglamento amparó al atleta.
Los indómitos, en cambio, reciben a los receptores Nelson Batista (de Holguín) y Juan Manrique Jr. de Matanzas; Granma sigue, al menos por un año más con el también cácher holguinero Iván Prieto; los Cocodrilos, expertos en el dame y coge, prestaron a Moisés Esquerré para Sancti Spíritus y a Dariel Polledo a Villa Clara.
En cambio, Armando Ferrer, en sus pretensiones de recuperar el título cedido en la pasada Serie Nacional ante Granma, ha sumado a dos lanzadores a su staff, que se han mudado para ese territorio, el guantanamero Dairon Mena y el gallito Yamichel Pérez, mientras Dariel Góngora decidió seguir con los Rojos, y así acabó el culebrón sobre un supuesto retorno a las praderas del Camagüey, donde, por cierto, la situación del picheo es muy compleja con las últimas noticias: Frank Madan regresó lesionado de Venezuela, Yosimar Cousín sigue siendo una incógnita para la próxima campaña, y Yariel Rodríguez se mantendrá en Japón.
Otro trotamundos, Yasiel Santoya, quien parecía que iba a terminar su carrera con los matanceros, tras debutar con Sancti Spíritus, va a probar suerte con Industriales.
A ese mismo equipo regresan Javier Camero «llegó a ser cuarto bate de Matanzas en la Serie 59″, y el relevista David Mena, que apuntalaría el bullpen de los Azules.
Otro peregrino, Adrián Sosa, pretende lanzar con Mayabeque, y Raudelín Legrá después de jugar con los Leones no sin contratiempos y entuertos, recogió sus cosas y volvió para Holguín.
No son los únicos traspasos, y algunos se han tenido que resolver con diálogo y convencimiento desde la Comisión Nacional de béisbol en una temporada muerta más larga de lo habitual, y que ha estimulado a algunos a probar suerte en otros lares. Sin embargo, todo año tiene su caso espectacular, el que se roba las cámaras. Ahora, todo indica que es el de Pedro Álvarez, el lanzador de Sancti Spíritus. Primero habló de un año sabático, luego pidió la baja definitivamente y se puso a entrenar niños, y ahora aspira a cumplir un viejo sueño no negado nunca: lanzar con los Leones de la capital.
Hasta el momento no hay definición y parece que los dirigentes deportivos de su terruño están muy disgustados con esa decisión, pues amenazan con aplicar una añeja ley de 1983 sobre el régimen participativo que estipula que los atletas deben competir por el lugar donde viven, trabajan o estudian. Ha llovido mucho desde el milenio pasado y esa regulación parece obsoleta a la luz de los nuevos tiempos.
¿Qué dice el reglamento?
En diálogo con Luis Daniel Del Risco, jefe de Reglas y Arbitraje de la Comisión Nacional, ratificó que se mantiene vigente el reglamento aprobado: los jugadores tienen 15 días hábiles a partir de que se celebre el último juego de una serie nacional para solicitar a las autoridades del béisbol y de deportes de la provincia, por escrito, su intención de cambiar de equipo.
En igual lapso debe estar la constancia del interés y aceptación (igual en blanco y negro, porque papelitos hablan) de la provincia para la que se prevé el movimiento. El territorio emisor dispone del mismo tiempo para valorar el pedido. De ser denegado el permiso, queda la opción de que las instancias nacionales medien si es un atleta de interés y perspectivas, pues si este opta por negarse a cumplir la decisión podría ser sancionado hasta dos años sin poder jugar, y eso sí sería fatal en su carrera.
El reglamento protege a los jugadores que cambian de domicilio e igualmente a los que buscan mayores oportunidades para su desarrollo deportivo.
Ilustración: Laz.
Entre los muchachos que necesitan juego y en sus equipos de origen tienen pocas opciones, está la opción del préstamo por un período acordado entre las partes, que no debe exceder nunca los cinco años. Vencido ese lapso, la provincia emisora lo reintegra a su sistema competitivo de alto rendimiento o lo libera definitivamente. Aunque hay más orden, todavía quedan algunos cabos sueltos, como los contratos anuales para la Serie Nacional, que son más bien contratos laborales. Podría pensarse en un pacto multianual, con opciones de prórroga y disolución. Así podría regularse, incluso, el tiempo mínimo que un pelotero debe representar a un territorio antes de tomar el rumbo que desee.
Se avecina la temporada 61, ya las preselecciones están volviendo a los campos de entrenamiento, se habla de un calendario similar al del año pasado, sin refuerzos en ninguna instancia, y como novedad se prevé un torneo élite posterior.Esperemos que el tema de los traspasos y canjes siga siendo una prioridad, ajustada a los tiempos, con orden y flexibilidad para que, por encima de todo, gane siempre el béisbol.