Nombres y nombretes
Cuando en la década de los años 60 del siglo pasado en el puerto de Casilda atracaban los buques, había un estibador capaz de cargar dos sacos de azúcar de más de 250 libras cada uno, y hemos estado tratando de recordar su nombre. Hurgamos en la memoria hasta que nos dimos cuenta de que nunca supimos cómo se llamaba, pues siempre lo conocimos por el apodo de Toromono, y así sucedió también con niños con los cuales estuvimos en las aulas desde primero hasta sexto grado.
Había un maestro en tercer grado, Alfredo Altuna, quien advertía siempre: no pongan nombretes que se les queda y después nunca van a saber cómo se llama alguien de verdad. Y así ha sucedido en no pocas ocasiones en que hemos hablado de alguno de ellos ya ausentes por haberse mudado o fallecido.
A propósito de cómo nombrar algo, hace ya un tiempo un colega me contó que le dijeron: «Préstame la Bohemia esa», a lo cual respondió que no era Bohemia, sino una revista llamada Verde Olivo. Y dice que el otro le aclaró: «Sí, sí esa Bohemia misma que se llama Verde Olivo«.
Sin dudas, consideraba a Bohemia como sinónimo de revista, y no el nombre de la revista Bohemia. Lo mismo que sucede cuando alguien pregunta: ¿Cuál es la marca de ese frigidaire? Y resulta que Frigidaire es una marca famosa de esos aparatos.
Los que vivimos la década de los años 60 del siglo pasado, recordaremos la existencia de una corporación que administraba, operaba y le daba mantenimiento a todos los acueductos y alcantarillados del país. Era la Comisión Nacional de Acueductos y Alcantarillados que realmente tuvo una existencia efímera porque fue sustituida en pocos meses por la Empresa Operadora de Acueductos y Alcantarillados del Ministerio de la Construcción, la cual a su vez dio paso a la creación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos en 1962. Sin embargo, aquella Comisión Nacional de Acueductos y Alcantarillados ha quedado para siempre con la sigla de CONACA, con la cual se alude a cualquier entidad ya creada en el ramo y seguramente se le aplicará también a las futuras.
Y aunque hace ya una buena cantidad de años se crearon las Oficinas de Registro de Consumidores, únicamente con las función que indica su nombre, hay quienes no son capaces de identificarlas si no les aclaran que se trata de la OFICODA. Por supuesto que la Oficina de Control para la Distribución de los Abastecimientos cuya sigla es OFICODA ya no existe, ni tampoco tiene ya nada que ver con aquel sistema nacional de garantía de alimentos básicos para todo el país con el cual fueron creadas en 1963.
Un año antes, en 1962, se fundó la Asociación Nacional de Choferes de Alquiler Revolucionarios, y posteriormente se formaron otras entidades con otros nombres, pero ya hasta los lugares donde están los parqueos de los vehículos privados siguen recibiendo el nombre de aquella asociación, por supuesto que con su sigla de ANCHAR.
La lista no es corta, y seguramente los lectores recordarán otros casos como el FAB como sinónimo de detergente, y entonces como mismo alguien se refiere a la bohemia Mar y Pesca, también dicen el fab marca Omo.
Si usted conoce otro caso de cómo una sigla de un antiguo nombre de una entidad se ha quedado como nombrete, por favor, compártalo como estamos haciendo con este video sobre los nombres propios y comunes.