Test rápido a Santa Clara
Hoy dediqué varias horas a caminar Santa Clara, algo que mucho añoraba, sencillamente porque lo hacía con frecuencia y lo considero útil para tomar los signos vitales de mi ciudad.
Lamentablemente, encontré «signos de alarma» en un contexto pandémico que, aunque mejora, está lejos de desaparecer.
Cumpliendo las medidas sanitarias que suelo recomendar, pues no digo lo que no hago, pude intercambiar, brevemente, con decenas de conciudadanos, sin que supieran que lo hacía para interpretar tendencias y alertar sobre el necesario cuidado de la salud de mi pueblo.
Estuve en el entorno de dos grandes consultas de sospechosos Covid-19, habilitadas en la Estación de Ferrocarril y la Terminal de Ãmnibus, respectivamente, y no existía presión asistencial, lo que gratifica sin dudas. Solo señalo la imprudencia de personas que comen o fuman fuera de tales escenarios sanitarios, se sientan en sus exteriores y tocan superficies cuya higienización no pude constatar en el tiempo de observación.
Duele haber visto muy baja, casi nula, la percepción del riesgo de una parte importante de los santaclareños, el mal uso del nasobuco o incluso quienes se arrojan el derecho a no usarlo, las aglomeraciones en disímiles lugares, la presencia de abuelos, embarazadas, niños e incluso lactantes en las calles; también pude ver algunos deambulantes y otros vulnerables sin adecuada protección.
Vi también, de día, a hombres en estado de embriaguez, con su andar característico y con el nasobuco de collarín.
Escuché música elevada en algunas casas, donde se compartía en grupos desprotegidos.
No pocos habitantes de nuestra capital provincial hablan en voz alta o vociferan, sin percatarse que, además de no ser de buen gusto, ese mal hábito incrementa el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2.
Mis sentidos fueron maltratados por decenas de microvertederos. Nunca había visto tan sucias las arterias de mi ciudad; las vi con riesgo de oclusión, más que «trombótica», por desechos de todo tipo, dentro y fuera de contenedores.
Pude ver un río que se resiste a creer que lo es, lo sentí llorar por todo lo que han arrojado sobre su estrecho caudal e inciertas márgenes. No dudo que en cualquier momento quiera rendir honor a como lo llamamos, Bélico, y su guerra o conflicto se pudiera expresar en enfermedad y pesar.
La urbanidad requiere mayor responsabilidad. No podemos permitir que nuestra ciudad esté descuidada, mugrienta e insalubre, cuando nos podemos regalar una urbe limpia e integralmente higiénica. Depende de todos y cada uno de los santaclareños.
El Test rápido a nuestra Santa Clara fue positivo a un sórdido comportamiento ciudadano.