Cuando una vacuna es un país
Lo de Cuba con la vacunación masiva pasará a la historia como una proeza más de nuestra sociedad. Nada más cierto que se trata de un país en una vacuna.
Por estos días ponemos confiados el brazo para recibir el pinchazo que de repente nos sabe a gloria, el pinchazo que tanto esperábamos desde el surgimiento de la pandemia, porque sabíamos que llegaría.
Mucho ha tenido que lucharse para lograrlo, pero como una imagen dice más que mil palabras, solamente tenemos que mirar a nuestro alrededor para percatarnos que la organización, la limpieza, la seriedad y la profesionalidad que resalta a la vista, tienen detrás un fuerte componente de voluntad para que las cosas salgan bien.
Caibarién no es una excepción, los vacunatorios que he visitado se distinguen por ser un ejemplo de que aquí se ha tomado bien en serio el esfuerzo de todo un país en medio de complejísimas condiciones.
Sin ánimo de hacer comparaciones, pero sí de resaltar el mérito, muchos lugares convertidos hoy en centros de vacunación se acercan, a mi modo de ver, a los requerimientos de las instituciones de la salud, por la exquisitez de que han logrado.
Y pareciera obvio señalarlo, pero no sólo de lugares bien acondicionados se trata, detrás de todo ese logro extraordinario del cual hoy nos orgullecemos, están desde el mismísimo momento de su concepción, incontables compatriotas dando lo mejor de sí para que Cuba salve.
Por estos días las escenas de millones de cubanos recibiendo masivamente la vacuna contra la Covid-19 pudieran pasar como una acción más en medio de la batalla que libramos, pero seguro estoy que la historia los recogerá como el momento en que una vacuna, fue un país.
Imagen tomada de Cubadebate