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Comprometido para toda la vida (+Audio)

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Así refiere el doctor Javier Rodríguez Domínguez al hablar de su profesión la cual ha ejercido no solo en Caibarién sino en lugares tan distantes como Qatar en tiempos de pandemia

Al doctor Javier Rodríguez Domínguez le conocí en la intervención sanitaria con la ya vacuna cubana Abdala. ??ramos parte de un grupo de riesgo y él nos guiaba como coordinador del proceso.

«Los días con la estrategia de la intervención con Abdala fueron días muy duros en relación al trabajo, días de que no hubo descanso ni sábado ni domingo, pero fueron muy emotivos porque pusimos alma corazón y vida pensando y estando seguro de que lo que estábamos haciendo era para salvar la vida y mejorar la calidad y el enfrentamiento a la Covid de todos nuestros pacientes.

La preparación fue intensa, así como el estudio de todos los mecanismos y de todo el flujograma que se iba a realizar durante la vacunación y creo que fue un éxito y se logró los objetivos«.

Javier Rodríguez Domínguez con un orgullo tremendo me escribe que nació aquí mismo en Caibarién. Tiene 2 especialidades médicas: Especialista en Medicina General Integral y en Medicina Tradicional y Natural, además de Máster en Medicina Bioenergética y Diplomado en Farmacoepidemiología.

«Mis días como estudiante los recuerdos como joven de aquella época de la década del ochenta. ??ramos muy alegres, divertidos, pero con una responsabilidad muy grande por el momento histórico que nos tocó vivir en aquel entonces y con una responsabilidad grande porque habíamos seleccionado una carrera que nos comprometía para toda la vida».

El doctor Javier Rodríguez Domínguez (quinto de izquierda a derecha) junto a un equipo médico en Qatar.

Actualmente, a Javier lo vemos en la sala de rehabilitación del policlínico Pablo Agüero Guedes como especialista en la consulta de Medicina Tradicional y Natural.

«Soy médico por vocación porque desde pequeño me interesé por la biología y sobre todo, después que ya tuve un poco más de conocimiento, por la medicina y creo que sí, fue por vocación. Incluso, se comenta que había momentos en que, yo lo recuerdo también, que utilizaba las lagartijas y le hacíamos disección para estudiarle los órganos. Fui siempre una persona que me gustó mucho esa parte de la biología, el cuerpo humano».

Como buen cubano prefiere el arroz con frijoles negros, los tostones y las masas de cerdo fritas, un gusto que seguro extraña cuando lo reclaman otras tierras.

«Desde el punto de vista profesional, en este año he trabajado en diferentes lugares: en el nivel municipal donde se abrió el primer centro de rehabilitación en Caibarién con niños, contactos de un paciente de Covid-19. Hemos trabajado en el nivel nacional en La Habana y hemos trabajado en el nivel internacional en Qatar. Como quiera que sea siempre han sido tres escenarios diferentes pero que nos han aportado muchísimo, porque creo y considero que todavía del coronavirus es mucho lo que nos queda por aprender.

Realmente cuando uno está en el extranjero siente una gran nostalgia y recuerda el país porque constantemente estás comparando todas las tradiciones de nosotros y toda la idiosincrasia de nosotros con la cultura de ese país y te das cuenta que nada tiene que ver«.

Y también como buen cubano aprende de cada experiencia vivida, pero sin olvidar nunca el sentido humano de la medicina cubana.

«De esos países he recibido muchas enseñanzas. Estuve en un país del tercer mundo como en Nicaragua y después estuve en un país de primer mundo, país sumamente rico como es Qatar y se pueden establecer enormes diferencias. Pude aprender mucho sobre los sistemas de salud, cómo funcionan, cómo se implementan las estrategias de salud en ese país, cómo se desarrolla la actividad científico docente. Pude comparar también la tecnología, cómo se comportan en cada uno de los países y sobre todo para mí, desde el punto de vista profesional, me incrementó el conocimiento de la medicina respecto a lo que tiene que ver con la tecnología y demás.

Lo otro es que siempre tienes delante de ti un paciente con sus problemas, con sus sufrimientos y sus dolores y nunca lo vemos como una mercancía como sucede en muchos países del mundo. Eso te choca mucho y de verdad que es difícil de asimilar».

Es de la opinión que la pandemia nos ha cambiado la vida, una realidad que permite crecernos, pero también jugar la peor partida.  

«A la vuelta de un año creo que con la pandemia hemos aprendido muchísimo y sobre todo de comportamiento social. Hemos aprendido del ser humano en tiempos de crisis, cambian mucho la forma de expresión, de conducta, florecen los valores más negativos pero los más positivos también. Creo que también hemos aprendido que hay que tener una disciplina respecto a la higiene personal, individual, cómo cuidarnos mejor, cómo llevar una vida más saludable implementando estas medidas que hoy tenemos por la Covid-19 que deben de mantenerse y creo que deben ser necesaria para toda la vida».

La familia del doctor Javier ceebrando el cumpleaños del nieto Liam.

Pescar, leer, ver documentales, pasatiempos que disfruta el doctor Javier Rodríguez Domínguez en el seno de la familia que ha construido. Me cuenta que no tiene mascotas, pero ama a los perros. De seguro Suka, Nerón y Pinti serán los protagonistas de los cuentos para el nieto Liam entre las historias de estos días de pandemia que quedarán para toda la vida.

«Para ser feliz creo que no, no me falta nada porque la felicidad es una categoría muy difícil de alcanzar. Yo soy feliz con lo que tengo, yo soy feliz con lo que como y soy feliz con lo que vivo».

Escuche la versión radial de esta entrevista con la realización radial de Julio Cesar Alonso

Imágenes: cortesía del entrevistado.

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