Océanos en largo y tortuoso camino
El antológico tema de Los Beatles me crea la antesala para hablar del Día Internacional de los Océanos en este 8 de junio cuando muchos afirman, certeramente, que no se podrá alcanzar un desarrollo sostenible con unos océanos enfermos.
Ya en enero de este año comenzó la llamada década de las ciencias oceánicas extendida hasta finales de 2030 para contribuir a la salud de ese universo de agua encaminado al progreso de la humanidad.
¿Y por qué los océanos? No olvidemos que son reguladores de la vida en el Planeta y que concentran más de un 95 % del agua, pero también el exceso de evaporación oceánica aporta el 34 % de ese líquido que precipita sobre los continentes y mantiene la existencia de los ecosistemas terrestres.
Según The Conversation la resiliencia de los océanos los hacen grandes reguladores del impacto antrópico (producido por la actividad y el comportamiento del hombre), incluido el cambio global por los múltiples desajustes que recibe la Natura condicionada a la contaminación, la degradación de los ecosistemas y la sobreexplotación de los recursos naturales.
Pero no podrá obviarse los efectos de un cambio climático (CC) con el incremento de la temperatura planetaria que induce a modificaciones en el comportamiento del clima, la elevación del nivel del mar y la ocurrencia de eventos meteorológicos cada vez más extremos.
El espectro oceánico es mucho más. Tributa acciones perdurables como la pesca sostenible y la acuicultura responsable, las energías renovables marinas y eólicas y las actividades relacionadas con el entorno costero que incluye el turismo ecológico.
Ahora bien, el CC ha provocado transformaciones considerables en la estabilidad de los océanos de una manera más rápida de lo pensado. El agua superficial resulta más cálida y menos densa que la existente en las profundidades, en tanto el calentamiento global está ocasionando que grandes cantidades de agua dulce vayan hacia los mares a partir del derretimiento de capas de hielo, lo que reduce la salinidad de las capas superiores y resta la densidad.
Si algo debe recordarse es que los propios océanos desempeñan un rol trascendente en los efectos del CC. Los científicos corroboran que absorben una cuarta parte del CO2 creado por la humanidad y absorben algo más del 90 % de ese calor generado por gases del efecto invernadero.
En el mundo investigativo también se notifica que los vientos fortalecidos por el CC habían actuado para profundizar la capa superficial del océano entre cinco y diez metros por década durante el último medio siglo.
Se sabe que un número significativo de especies marinas viven en esta capa y son dependientes del fitoplancton; no obstante, en la medida que se incrementen los vientos la sustancia alimenticia se agita profundamente alejándose de la luz que ayuda a su crecimiento con la correspondiente alteración de la red alimentaria.
Y en medio de todo no son descartables la aparición de huracanes cada vez más intensos por el calentamiento de la superficie oceánica.
La mejor conclusión es la expuesta por uno de los investigadores del tema al subrayar: «La naturaleza, con los océanos como su componente principal y esencial, emerge como el mejor ejemplo de desarrollo sostenible. Nuestro reto es formar parte de este desarrollo armónico planetario. La especie humana puede alcanzar su máxima evolución si se orienta hacia la inteligencia vital de nuestro planeta vivo»».