Vivir sin trabajar: la soga aprieta
En las direcciones municipales de Trabajo se han atendido 12 604 villaclareños en busca de empleo y han aceptado las ofertas 8079, lo que representa el 64 %.
Tanto tiene de choteo como de cierta verdad el dicho de que Cuba es el único país donde se puede vivir sin trabajar.
Un estigma de años que ha hecho que el general de Ejército Raúl Castro, en la lectura del Informe Central al 8.o Congreso del Partido, afirmara: «Hay que borrar la dañina noción, surgida al amparo del paternalismo y el igualitarismo, de que Cuba es el único país donde se puede vivir sin trabajar. El nivel de vida y consumo de los cubanos deberá estar determinado por los ingresos legales que perciben, y no por los subsidios excesivos y gratuidades indebidas»».
Y es que en este asunto, vital para el alza de nuestra economía, todavía queda mucho tramo por andar, aunque poco a poco a los vagos y a los vividores del invento se les ha puesto la caña a tres trozos.
Si el vaso se mira medio vacío, en nuestro país, y Villa Clara no resulta la excepción, se puede seguir viviendo de la revendedera, de las colas y de otras maneras nada altruistas y formadoras de valores, pues existen variadas y múltiples circunstancias que las condicionan y las hacen posibles.
Y si el vaso se mira medio lleno, los resultados del pasado trimestre, con el inicio de la Tarea Ordenamiento, sugieren que a muchos el zapato comienza a apretarles. No pocos ven el vínculo laboral, y no la dañina «lucha»», como la mejor de las opciones, ya sea en el sector estatal de la economía o en el cuentapropismo.
Los datos que brinda el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social corroboran la anterior afirmación e indican un creciente interés por una ocupación lícita y aportadora de riquezas al país, al conceder mayor estabilidad económica, y beneficios personales y familiares. Según dichas cifras, en las direcciones municipales de Trabajo se han atendido 12 604 villaclareños en busca de empleo y han aceptado las ofertas 8079, lo que representa el 64 %. De ellos, el 39.1 % en el sector estatal y el 56.6 % en el no estatal.
Tales estadísticas, con números aún por debajo de la población laboralmente activa sin trabajar, reflejan que el 26.9 % pertenece al sexo femenino y el 28.2 % son jóvenes.
Claro, estos datos no pueden obviar una realidad que sobrepasa la voluntad gubernamental, pues vivimos en medio de una crisis económica a nivel mundial, agravada por la COVID-19, y un bloqueo recrudecido. Ello hace que las posibilidades de empleo se constriñan y limiten, muchas veces, a ofertas poco halagüeñas, aunque necesarias; entre ellas, el trabajo en el sector agrícola, tan deprimido como urgido de brazos.
Villa Clara tiene en la actualidad 194 121 trabajadores activos; de ellos, 138 471 permanecen laborando en la entidad (71.2 %) y 27 227 a distancia (14 %). Se suman 1665 en la modalidad de teletrabajo (6.1 %), 19 039 a domicilio y 6523 en el terreno.
Se cuenta, además, con 1801 madres de niños en escuelas primarias, enseñanzas especiales y círculos infantiles protegidas por la Seguridad Social.
Y en la otra cara de la moneda, la más fea, en la provincia hay 11 856 trabajadores interruptos (6.1 %); de ese total, 4042 están reubicados, 3752 con garantía salarial y 4062 sin garantía. El 52.8 % de los declarados interruptos pertenecen a Gaviota, por ser el sector del Turismo uno de los más deprimidos por la pandemia.
Un dominó cuyas fichas cuesta trabajo acomodar, pues la falta de materia prima, insumos y demás recursos provoca que no pocas industrias y otras entidades tengan que hacer malabares para conservar sus recursos humanos y darles opciones, pues tienen familia que alimentar.
En este sentido, hay buenas y malas experiencias. Dentro de las mejores está la Geominera del Centro, que ha vinculado a no poca de su fuerza de trabajo al autoconsumo, asegurándole empleo y salario a dichos obreros, al tiempo que les garantiza una mejor alimentación.
Sin embargo, otros centros laborales se han limitado a aplicar lo que establece la ley y dejan a sus trabajadores a la deriva, por lo que han perdido fuerza de trabajo calificada que en el futuro, cuando la economía mejore, les hará mucha falta.
En medio de tantos inconvenientes, y cumpliendo la función intrínseca que les corresponde, han estado envueltos, en mayor o menor medida, los diferentes sindicatos, pues, a diferencia de otras naciones, en Cuba, dígase lo que se diga, no se aplican terapias de choque ni existen despidos masivos.
Ahora, cuando el país se transforma con la Tarea Ordenamiento, el papel de las secciones sindicales cobra mayor significación y los convenios colectivos de trabajo se erigen en arma y escudo protector de los trabajadores, algo que lamentablemente se obvia en no pocos centros.
Aristas por abordar quedan muchas, pues se ha vivido demasiado tiempo sin que el trabajo haya tenido el rol que le corresponde en una sociedad socialista como la nuestra. Pero, aunque ahora mismo nos parezca asunto de ciencia ficción, el derrotero está trazado y, a pesar de que el camino para el despegue de las fuerzas productivas se vislumbre empedrado, seguiremos avanzando sin detenernos.
El primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al clausurar el 8.o Congreso del Partido, afirmó:
«Una vez más apelamos al necesario cambio de mentalidad que facilite estos propósitos. Ya es hora de pasar del llamado a la transformación. Venceremos en la medida en que el horizonte de cuanto hagamos siempre sea la mayor felicidad posible de las cubanas y los cubanos, defendida desde las esencias de nuestro socialismo»».