El mar como testigo de otra batalla contra la Covid-19 (+Audio)
La doctora Zurisadai Suárez Cruz, oriunda de Camajuaní, protagoniza junto a un equipo, otra batalla contra la Covid-19 en el centro de aislamiento Brisas del Mar de Caibarién.
Dicen que el mar alivia las heridas, las ansias. Testigo de mil historias de los hombres que se hacen a sus aguas, ahora mismo observa una batalla en tierra firme.
«El mar es bello, hay veces que me detengo a mirarlo y pensar. Me calma mucho, me encanta», me confiesa la joven de 25 años Zurisadai Suárez Cruz, una doctora que desde los primeros días de febrero se encuentra en el centro de aislamiento Brisas del Mar de Caibarién.
«Un día aquí te lo resumo en dos palabras: intenso y estresante. No tenemos horario de sueño, nos acostamos a las 4, 5 o seis de la mañana; a veces más de 24 horas sin dormir. Si me siento mal o cansada me doy un baño y sigo porque hay pacientes esperando por mí. Pero a pesar de ello, mis días no son tan largos porque cuento con un buen equipo. Aunque el cansancio nos venza siempre vamos adelante todos juntos».
Esta Valiente, oriunda de Camajuaní, cuida de personas posibles casos de Covid-19 en la Villa Blanca. «Desde que me gradué me ubicaron aquí y ya siento este pueblo como mío», confiesa Zuri, como cariñosamente le llamo en un ir y venir de mensajes intercambiados.
«Les digo a las personas que se cuiden que tomen conciencia, el virus mata. Verle la cara de angustia y desesperación a un paciente cuando uno llega a las 3 de la mañana y les dice: salió positivo a la Covid, se va para Santa Clara. Es duro, pero aquí estamos y seguiremos rezando para que este virus acabe rápido».
No es la primera vez que Zurisadai Suárez Cruz le pone rostros a la Covid-19. Incluso, ella pudo ser una más en contagiarse con la enfermedad. «Fue un momento muy difícil porque me tocó estar del lado allá y sentí lo mismo que sienten los pacientes, fue bien duro».
Me sorprende la seguridad con la que se expresa, el amor que profesa por la labor realizada. «Si es mejor estar en casa con mi familia, pero estoy aquí y estaré porque el país lo necesita. Imagina, «¡soy hija única!, mis padres son mi todo, me llaman a cada rato y me dicen que me cuide; pero se sienten muy orgullosos de mí y de todo lo que estoy haciendo».
Los días en el centro de aislamiento pueden tener 36 horas. Los mensajes de Zuri llegan incluso, a las 4 de la mañana.
«Hay veces que estoy durmiendo y me levanto asustada. Créeme que aquí es muy difícil no tener pesadillas. Esa es la parte más triste de esto: decirle a un paciente usted es positivo a la Covid, mi corazón se acelera cada vez que llega ese momento».
Irreconocible con el traje la doctora Zurisadai Suárez Cruz, como tantos otros. Un traje que no es cómodo ni placentero, pero es el escudo contra esta temible enfermedad.
«Si, hay veces que no podemos ni respirar, se nos salen las lágrimas, nos aprietan los nasobucos y las caretas, pero respiramos y salimos adelante»…»Pienso en el mundo, en esta pandemia, en los enfermos, en todos los pacientes que se encuentran ahora mismo acoplados a un ventilador luchando por su vida y en mi familia que me espera allá afuera con los brazos abiertos. Mi mayor deseo en este momento es amanecer en un mundo libre de Covid».
Escribo sobre Zurisadai Suárez Cruz y sus días en el centro de aislamiento Brisas del Mar de Caibarién. «Doctora, cuídate mucho», le dice mi niño de siete años en un mensaje de voz, quizás porque ha comprendido la nobleza de quienes están donde más duele.
«Muchas gracias, mi vida. Aquí estamos para que ustedes estén bien y puedan crecer en un futuro mejor», responde y puedo sentir la brisa del mar que la despeina y le da nuevas fuerzas para el mañana que viene.
Escuche la versión radial de esta entrevista con la realización sonora de José Alberto Nieto y la periodista Donarys Cruz.
Imágenes cortesía del entrevistado