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Un grupo de jóvenes y profesores de la UCLV han cambiado sus libros y la tranquilidad del hogar para apoyar al personal médico en el centro de aislamiento de esta casa de altos estudios. Un estudiante de quinto año de Sociología, Bruce González Marrero, nos cuenta
Los libros han quedado relegados. Las mañanas sin horas en casa acurrucados son tan solo un sueño. Es temprano y Bruce González Marrero, como otros jóvenes y profesores de la universidad villaclareña, despiertan el día.
Un día en la UCLV. Pero distinto. Guantes, botas, cubos y trajes verdes, acompañan a estos Valientes en apoyo al personal médico que cuidan a más de 84 pacientes contactos directos de casos positivos a la Covid-19.
En la residencia estudiantil, más conocida como U1, de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, funciona un centro de aislamiento de la provincia desde el pasado primero de febrero. Allí llegaron ellos con un corazón listo para compartir.
«Aquí tenemos varias tareas como voluntarios. Apoyamos en la limpieza e higiene del centro, repartimos desayuno, almuerzo, meriendas, comida. Recogemos desechos, la ropa sucia. Estamos para lo que haga falta. Sí, muchos nos dicen locos, pero creo que debemos dar el paso al frente porque nos necesitan y el personal de la Salud precisa nuestro apoyo.» Escribe Bruce González Marrero pasada la media noche y su voz me llega cansada pero segura.
Gracias a este muchacho que estudia quinto año de la carrera de Sociología, la batalla por la Vida suma más fuerzas. «Tengo sentimientos encontrados cuando veo a los niños con sus madres esperando la prueba. El estrés de ellos se siente y la verdad, lo sufro bastante», me confiesa Bruce orgulloso de ser un super héroe para los más pequeños.
El cansancio aparece, pero no derrumba. «Nos sentimos agotados cuando terminamos la jornada, pero estaremos aquí lo necesario.»
Una convicción que va más allá de sentirse útil, más cuando salvar al Mundo y librarnos de «ese bichito» sigue siendo el anhelo de la humanidad.
Y sí, siente miedo. Ese miedo a enfermarnos lo sentimos todos. «El SARS-CoV-2 lo hemos sentido bien de cerca porque ya ha habido casos positivos; todos hemos pasado por los cuartos brindando la comida, limpiando. El temor es parte de nosotros, pero me siento seguro. Acá estamos cumpliendo con todas las medidas y pienso no habrá problemas. Hasta el momento, ningún voluntario de la universidad ha sido positivo gracias a que tenemos bien en cuenta los protocolos a seguir».
¿Habrá tiempo libre allí? Me pregunto mientras no reconozco a Bruce en una instantánea que publica en Facebook. «Aquí se viene a trabajar y si tenemos algún momento, tratamos de descansar», me dice en uno de los tantos mensajes por WhatsApp intercambiados.
Sus padres lo respaldan en esta noble causa. «Saben que lo hago por mi propia voluntad. En este rebrote, necesitamos del aporte de todos».
Le pide a los villaclareños disciplina. «Cumplan con las medidas que se están orientando. Es por nuestro bien. Quédense en casa, solo salgan lo necesario. Apóyennos de esa manera. Los días aquí los terminamos bien agotados. La cara marcada por los nasobucos y los gorros de tantas horas de limpieza en cuartos, pasillos, escaleras. Disciplina y fuerza que vamos a salir de todo esto».
Debe ser impresionante estar en la UCLV y verla vacía, desolada. No encontrarse con estudiantes de otras facultades en los caminos acariciados por los árboles. De ese centro se extraña todo: las colas del comedor, el aula, «el parque de las mentiras». Realidades con las que vive Bruce pero que parecen lejanas entre tanta espera por un resultado.
Bruce ha venido a una batalla. De una parte, aquellos más cercanos al enemigo, de otra, el ejército de batas blancas; y ellos allí, entre los que han dicho voy por voluntad, por deseo propio, por no dejar solos a los que luchan.
Bruce González Marrero es estudiante de la UCLV. Ha preferido estar en un centro de aislamiento. Limpia, recoge, desinfecta, comparte comida. Un Valiente de estos tiempos que pone el pecho en cada día.
Imágenes: cortesía del entrevistado