De vuelta a cuando todo era un juego (+Video)
A quince años de la primera transmisión del dramatizado La cara oculta de la luna, Karla Teuteló «la actriz que interpreta el rol de Alejandra» es el reflejo de cuánto ha transcurrido, cómo ha cambiado la vida y en qué punto, para los que nacimos en los años noventa.
Jueves, nueve de la noche, Cubavisión, telenovela cubana. En un banco del parque, Alejandra, de uniforme y pañoleta roja, le reclama a su papá por qué se fue de la casa. Culpa a su madre «porque siempre está peleando». Desconoce que días antes lo encontró en brazos de otro hombre. Con nueve años es muy difícil entender a simple vista más allá de la realidad. La actuación de la niña es convincente, genuina.
Sin lugar a dudas, el dramatizado La cara oculta de la luna marcó un antes y un después en el tratamiento del VIH-SIDA y otros temas poco visibilizados en los medios de comunicación como la promiscuidad, la homosexualidad reprimida, las consecuencias de la sobreprotección excesiva de los hijos y la necesidad de educar a los jóvenes desde edades tempranas, en torno a las relaciones sexuales y las infecciones de trasmisión sexual (ITS).
Por otro lado, a quince años de su primera transmisión es inevitable para los televidentes no reparar en el paso del tiempo. Música, vestuario, locaciones, nos devuelven a los primeros años de los 2000, mucho antes de pandemias, Internet y redes sociales.
Quizá, Karla Teuteló, la actriz que interpreta el rol de Alejandra, sea, precisamente, el reflejo de cuánto ha transcurrido, cómo ha cambiado la vida y en qué punto, para los que nacimos en los años noventa, la vida dejó de ser puro juego.
«Me siento súper nerviosa de volverme a ver después de tanto tiempo. Incluso a veces, en mi mente rectifico las cosas que pude haber hecho mejor. Estoy muy agradecida por el cariño en redes sociales. Me conmueve cómo la gente se acuerda aún de mí. Incluso me da pena cuando me preguntan en la calle si soy la niña de la novela. Supongo que después de tanto tiempo alejada de las pantallas y de la televisión es normal», confiesa Teuteló, de 24 años.
De abejita o mariposa»¦ la alegría de las tablas
Karla Teuteló cuando actuaba en La Colmenita. Foto: Cortesía de la entrevistada.
La conocimos muy pequeña actuando en las obras de La Colmenita. La recuerdo vestida de abejita, de guajira, de Blanca Nieves o con su personaje de la mariposa Mariacá, devenido de la historieta de El Capitán Plin:
«Tenía cuatro años cuando mi mamá me llevó por primera vez a uno de los talleres de La Colmenita en La Habana Vieja, y a los poquitísimos meses de estar allí, enseguida me pasaron a la sede central. Ahí fueron mis primeros pasos en las tablas. A los niños de la compañía les llegan más oportunidades para acceder a otros medios como la televisión. Recuerdo que con cinco y seis años participé en audiciones para programas del Canal Educativo como Dice mi maestra y ¿Sabía qué?, y pasé también a ser plantilla de estos espacios».
De su paso por el grupo infantil dirigido por Carlos Alberto (Tin) Cremata conserva gratísimas memorias: los amigos que se crean y se quedan para siempre, al igual que el acompañamiento de los profesores. «Recuerdo con mucho cariño las giras de espectáculos. Estábamos pequeños, no teníamos a mamá cerca y era como crecerse, madurar antes de tiempo. Eso me abrió puertas en cuanto a creatividad y fortaleza emocional», reconoce.
Karla insiste que para cualquier niño-artista el apoyo familiar es clave para poder compaginar la escuela con las presentaciones. «Yo lo veía como un juego. Para mí no era trabajo ni obligación. Era jugar, divertirme, pasármela bien y hacer lo que me gustaba. Eso requería un esfuerzo por parte de mis padres para que me aprendiera los guiones, de llevarme y recogerme»¦ Siempre sin dejar de un lado los estudios».
Simpática y versátil, caracterizada por Liuba María Hevia, la recuerdo también bailando y cantando en el teatro Karl Marx, en el espectáculo Travesía Mágica. Literalmente, se robó el show cuando se le enredó el pelo con una antena de la Hormiguita Retozona, y tuvieron que salir de escena corriendo cabeza con cabeza al final del número. El lugar se colmó de risas y vítores.
¿Cómo llega a ti el rol de Alejandra?
«Por un casting en la Casa Productora de Telenovelas. Una vez que haces una cosita en televisión te van llegando nuevas oportunidades. Tengo una anécdota muy bonita de cuando hice el casting para participar en la novela. Te daban diferentes escenas para que probaras tanto en el papel de Alejandra como el de Lianys; pero en las que participé Lianys tenía más texto que Alejandra. Cuando terminé la prueba de cámara, una de los directores (creo que Virgen Tabares) me pregunta cuál personaje me gustaría interpretar. Yo muy sincera, en mi cabeza de niña, le repliqué que Liany era la que tenía más texto y me dijeron que no, que era Alejandra quien tenía más texto. Me eché a reír, pero fui un poco molesta porque quería ser Lianys. Ese mismo día, nos confirmaron a mí y a Leidy Pérez Olmo en los personajes».
¿Cómo te explicaron la trama de la historia de Yasel?
«Antes de entrar a los llamados para la filmación, se hacían muchos ensayos de mesa donde nos sentábamos todos los actores a leer el guion y el director iba explicando lo que quería hacer, cómo lo quería escenificar, manejar o montar. A estos ensayos no tienes que ir con el texto aprendido, pero yo, gracias a mi mamá, a la preparación de La Colmenita y a que tenía muy buena memoria, iba con mis guiones repasados trescientas veces. Me lo sabía todo.
«Con nueve años me leí la script de la novela como mismo me leí Harry Potter a esa edad. No fue algo que me costó entender. Lo comprendí con naturalidad, a la manera de una niña de 9 años, y nadie se tuvo que sentar conmigo a explicarme lo que pasaba. Yo era pequeña pero bastante madura, entre otras cosas porque en La Colmenita te enseñan valores de inclusión y aceptación por la diversidad en su sentido más amplio».
¿Qué recuerdas de las grabaciones? ¿Cómo fue trabajar con actores consagrados como Felito Lahera, Luisa María Jiménez y Tahimí Alvariño?
«Tengo memorias muy lindas de esos casi tres meses de mi vida. Me gustaba mucho estar en el tráiler de maquillaje y vestuario. Me llevaba muy bien con las maquillistas y vestuaristas. Recuerdo que el segundo mes y medio de filmación fue el más difícil para mí porque me costaba estar despierta toda la madrugada. Los llamados eran de seis de la tarde hasta las seis de la mañana del otro día para poder grabar las escenas nocturnas.
«Felito fue esos tres meses mi padre, como ven en la novela, así mismo. Todo el tiempo jugaba conmigo y le encantaba hacer bromas. Era un amor. Por otro lado, Luisa María Jiménez fue mi maestra, la persona que me enseñó a concentrarme cuando la escena requería mayor carga dramática. Me indicaba cómo manejar los sentimientos de acuerdo a lo que quería expresar: «Ahora hay que estar alegre»¦ ahora hay que estar triste». Ella era mi guía. Y Tahimí fue eso que ven en pantalla, una tía risueña. A los tres les guardo mucho cariño. Es triste que estuviera tan chiquita y que entonces el acceso a la comunicación fuera más difícil. Me hubiera encantado mantener el contacto con ellos».
Karla Teuteló interreta el personaje de Alejandra en la telenovela «La cara oculta de la luna». Foto: Karla Teuteló/Facebook.
¿Cómo te marcó el personaje?
«Te repito: yo lo veía como un juego. Para mí no era trabajo ni obligación. Era jugar, divertirme, pasármela bien y hacer lo que me gustaba. Más que el personaje en sí, lo que me marcó fue la acogida del público, como mismo me sucede ahora, que la gente me reconociera en la calle y se quisiera tirar fotos conmigo»¦
«Coincidió que cuando terminó la novela, yo estaba participando en el IV Congreso de la Organización de Pioneros José Martí. Viajábamos mucho a provincia y estaba todo el tiempo rodeada de niños, y todos querían hacerse fotos. Viví al máximo mis diez minutos de fama (jajaja)».
¿Cómo ves que ha cambiado la forma en que se trata la homosexualidad en los dramatizados y en los medios de comunicación?
«Recuerdo que cuando emitieron la novela, en aquel entonces, la cambiaron de espacio televisivo. Esta se emitía en un horario más temprano y por la misma repercusión que estaba teniendo en el público, decidieron ponerla más tarde para que los niños no estuvieran despiertos y no pudieran verla. El hecho de que ahora la estén transmitiendo en su horario cotidiano y que personas de todas las edades la puedan ver y hablar con naturalidad es un paso de avance.
«En la actualidad, la homosexualidad, la diversidad sexual y el VIH-SIDA son temas más presentes en los medios en sentido general. Creo hay más apertura y comprensión en cuanto a estos tópicos, pero falta muchísimo por decir y hacer por la eliminación de los tabúes que los rodean».
La otra cara de la vida
Ante tanto éxito en la actuación desde pequeña, el camino más lógico a seguir era el de los estudios superiores de interpretación. No obstante, la vida da giros inesperados que conducen hacia otros destinos. Karla Teuteló, hoy con 24 años y graduada de la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana, sabe esto mejor que nadie:
«Desde los cuatro años me vinculé al mundo de la actuación y tenía todo mi futuro planificado en torno a ello. Mi idea siempre fue estudiar en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y luego, en el Instituto Superior de Arte (ISA). Para lograrlo, desde que empecé el 7mo grado comencé a tomar clases de actuación, dicción, coordinación, y otras habilidades que debe dominar un actor y que forman parte de los requisitos para acceder a la ENA. Estuve los tres años de secundaria preparándome durísimo porque las pruebas son muy complejas. Finalmente, cuando me presenté en febrero de 9no grado, las suspendí en la primera vuelta».
Admite que fue una experiencia chocante: «No te voy a engañar, estuve todo ese día llorando. Siempre he sido de ponerme muchas metas y de cumplirlas; pero con catorce años es complicado enfrentarse a una decepción así, sobre todo cuando tu futuro está planificado en torno a ello. En retrospectiva, entiendo que en la adolescencia no se cuenta quizá con la madurez suficiente para decir «OK, no pasa nada. Lo volvemos a intentar», o buscar otras alternativas».
La vida siguió y con ella, Karla. «Tienes que volver a hacer las pruebas, tienes que seguirte preparando. Vuélvelo a intentar, tú eres buenísima», insistían sus compañeros de aula. No obstante, se centró en sus estudios preuniversitarios, en las nuevas amistades y las primeras salidas de adolescente. Poco a poco quedaron atrás los días de las luces, cortinas, maquillaje y vestuario.
Le gusta escribir y más aún, leer. De ahí la decisión de estudiar la carrera de Derecho. «Siempre supe que quería estudiar algo de Letras porque la Matemática, Física, Química y todo lo que tuviera que ver con números no se me da bien. Contemplé carreras como Psicología, Historia del Arte y Filología. Quise estudiar una especialidad que además de gustarme tuviera un campo amplio y oportunidades de conocer cosas nuevas.
«Derecho era una buena opción. La puse de primera y la cogí. La vida universitaria fue súper linda: fiestas, amigos, libertad, mucho estudio. Como muchos de mis compañeros comencé a trabajar desde segundo año. Lo hacía de noche y estudiaba de día. El hecho de compaginar trabajo y estudio, una vez más, me dio mucha madurez, una vez graduada», comenta.
Sobre la posibilidad de volver a la actuación expresa que no lo cree en corto plazo: «Ha pasado mucho tiempo desde la última vez y ya no me siento preparada. Tengo un poco de pena, miedo escénico. Ya no me siento tan histriónica (jejeje). Si hago algo, lo hago bien. Prefiero no meterme en eso ahora. Yo continúo ligada al arte, a mi forma. Me encanta juntarme con personas que sepan apreciarlo también. Mis mejores amigos son gente que lo entiende, lo siente y es sensible a este».
Para ella el arte «como la vida» va más allá de ser artista.