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Entonces… ¿Cómo quedamos nosotros? (+Audio)

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La Revolución Cubana necesita hoy, más que nunca, las arterias jóvenes para mantener a buen pulso el ritmo de la conquista.

No, no pretendo robar la frase popular de Estervina parafraseándola, ni tampoco dar lecciones de comportamiento familiar. Recientemente pensaba en ella cuando veía a un joven vistiendo un pulóver con unas letras que se asombraban de sí mismas: Soy vago… ¿Y qué?

Las letricas blancas me desconcertaron. A otros les dio gracia, pero a mí, de veras, me desconcertaron. Yo que pensaba que nosotros habíamos adquirido la conciencia de la gran gota de compromiso en las batallas que libra la Revolución. Y una, sin dudas, es contra la vagancia en una Isla que envejece progresivamente y necesita hoy, más que nunca, las arterias jóvenes para mantener a buen pulso el ritmo de la conquista.

Quizás el muchacho lo use por moda o porque lo encontró «gracioso»» al igual que las personas que rieron al ver tamaña indiferencia. No quise indagar en los pormenores de su adquisición, aunque imagino su lejano origen.

Claro, el hecho de que estas palabras aparezcan impresas en una ropa no significa que alguien haya perdido el sentido del deber laboral por solo portarlas como etiqueta de recibimiento; pero sin dudas, da tela por donde cortar y opiniones que pueden degradar la personalidad del estudiante.

Tal vez, el muchacho no es ningún vago (a veces imagen y realidad no son compatibles); sin embargo, lo cierto es que anda por ahí vendiendo una falsa imagen (¿o verdadera?) de sí que alguien puede traducir como la del joven en sentido general y entonces sería un motivo más para esa gente que insiste en expresar: «€œla juventud está perdida»€ sin importarle nuestra participación en innumerables empeños y desafíos de la Isla.

Pensarán algunos que llego al extremo en el asunto y por qué tanto lío con unas letricas aparentemente indefensas en una pieza de ropa. Pero, me inquietaron, no puedo creer que alguien tenga el valor de mostrar ese pensamiento cuando se «grita»» por todos lados lo necesario de que trabajemos por la salvación de la sociedad.

Lo peor, y ello resulta lo preocupante, es que estas palabras lleguen a ser motor impulsor de nuestras acciones en un momento cuando «€œser o no ser»€, como diría Hamlet, personaje creado por Shakespeare, no constituye una opción, sino una convicción de no fallar a la confianza que nos ha depositado Fidel.

Si hubiera visto dicha prenda de vestir en la esquina de una tienda mi asombro no fuera el mismo, aunque me disgustara sobremanera. Pero, ¿en un joven que debe llevar la imagen transformadora de nuestra Cuba? ¿Qué pensarán quienes lo observen caminar tranquilamente por las calles? ¿O sus amigos que conviven día a día con él? Ojalá y la reacción no sea de risa y sí de reflexión, de consejo. Y más aún, ojalá y que la frase nunca se materialice en ese joven ni en ningún otro, porque si no… ¿Dónde quedamos nosotros?

Imagen tomada de Juventud Rebelde

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