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El acuerdo maldito

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La política, muchas veces lo hemos dicho, no debería mezclarse con el deporte. Las influencias a lo largo de la historia han sido nefastas, y siempre la peor parte se la lleva al aficionado, que se ve privado de disfrutar de lo mejor disponible, porque esta o aquella decisión veta a algunos.

Los peloteros cubanos han sido víctimas de esta situación en los últimos 60 años, al verse imposibilitados de jugar en la mejor Liga del mundo, salvo que abandonen completamente su país de origen. A diferencia del resto de los jugadores del mundo, los cubanos deben renunciar a su tierra y dejarla de pisar por un buen tiempo, algunos toda la vida.

Sin embargo, hace un par de años se vislumbraba una salida, con un preacuerdo logrado con las Grandes Ligas de Estados Unidos (MLB), con el interés de insertar talentos cubanos en el circuito de la «€œGran Carpa»€. Desgraciadamente, fue desechado en abril de 2019 por el Ejecutivo del presidente estadounidense Donald Trump.

Ahora, cuando a pesar de sus pataleos el multimillonario al parecer abandonará la Casa Blanca, se abre la posibilidad de retomar esos contactos, y el comisionado nacional de béisbol de Cuba, Ernesto Reinoso, dio el primer paso al afirmar que la Isla está en disposición de reanudar el diálogo, incluso antes de saberse los resultados de esas polémicas elecciones.

El alcance de lo previsto no es solo la MLB, sino además las Ligas de la región afiliadas a ella, como las pertenecientes a la Confederación del Caribe, por lo que el diapasón es más amplio para que peloteros cubanos puedan probarse en otros torneos.

Para nadie es un secreto que la no existencia de una relación normal es caldo de cultivo para deserciones y fugas de la Isla que ponen en riesgo la vida de los jugadores, empeñados en mostrar su calidad en el máximo escenario del planeta.

Tal parece que este acuerdo está maldito, porque a pesar de su trasfondo lógico y legítimo, desde ciertos puntos de la nación del norte se le buscan trasfondos, y mientras los talentos cubanos siguen perdiendo oportunidades.

Vamos a ver si la nueva administración corrige el rumbo, porque nada justifica que los cubanos no puedan tener los mismos derechos que el resto de sus compañeros de profesión.

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