Chávez, un hombre raíz
América vive de la historia de sus hijos. Hombres y mujeres que se han dedico a levantarla de la ignominia que por siglos signó el futuro de la región. Cada cierto tiempo, porque parir gente así lleva mucha luz, llega a la Tierra que se yergue del Bravo a la Patagonia, un hombre raíz.
Así llegó Hugo Chávez un 28 de julio de 1954, por Sabaneta de Barinas, en los llanos de Venezuela, se apareció en silencio el «arañero», que llegó luego, paso a paso, a la Academia Militar de Venezuela, donde salió con el grado de subteniente de Artillería, y con notas que vislumbraban una excelente preparación militar.
Pero el hombre raíz teje su historia como un árbol, y bajo el Samán de Güere que dio cobijo una vez a Bolívar, el joven Hugo juró reformar el Ejército e iniciar una lucha para construir una nueva República. Y sus ideas no dejarían ya de germinar. Fue el Hugo del Proyecto de gobierno de transición y el Anteproyecto Nacional «Simón Bolívar», el del 4 de febrero, el que aplaudió el pueblo aún cuando anunciaba el fracaso vestido de camuflaje y boina roja; el Teniente Coronel que preso en Yare escribió su célebre manifiesto «Cómo salir del laberinto».
Pero los hombres raíces se encuentran, y unidos fortalecen su cimiente. Quizás por eso a Chávez lo recibió Fidel Castro en La Habana, en año tan lejano como 1994. Ya nada detendría la historia: en abril del 97 se inscribe su Movimiento Quinta República en el registro electoral. A mediados del 98 reina en las encuestas y el 6 de diciembre es electo Presidente de Venezuela, cargo que asumió el 2 de febrero de 1999. El último año del siglo XX. El primero de la Revolución Bolivariana.
Rodearon a Chávez, como hombre raíz, varios cegadores que pretendían cortar sus ramas. Pero ni el pulseo para frenar leyes para el pueblo, ni el frustrado golpe de estado, con secuestro incluido, pudo con el árbol que desde Venezuela comenzó a dar sombra a toda América Latina.
De la raíz misma que abonaron sus seguidores, comenzaron misiones como Barrio Adentro, llegaron los médicos a las selvas de Venezuela, nació Pedeveza, creció el Alba, se fraguó un proyecto social que aún encuentra un respaldo en las urnas, pese a presiones de toda clase.
Solo la enfermedad, que aún no opacó la esperanza de Chávez, pudo invocar al silencio. Ocultó la raíces, más nos las cortó, porque es tan fuerte la sabia de hombres como él, que viven bajo la tierra para fortalecer el suelo.
Es Chávez un hombre raíz. De esos que, como Fidel, pusieron cimientos tan sólidos a la obra, que soporta cualquier sacudida. Pero hay recordar lo que se esconde bajo tierra, cuidar esos nuevos retoños que viene creciendo, y mucha falta le hace a la América Latina.
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Felicitaciones para Alejandra Rojas, periodista de esta planta radial por presentar un trabajo con la calidad requerida, eres profesional e inteligente, y sobre todas las cosas una joven con una preparación excepcional, en este caso plasmaste datos muy relevantes de la historia de este Gigante que para mí no está muerto.