La familia reinventa el amor en tiempos de COVID-19
Reinventarse»¦ esa ha sido la palabra de las familias cubanas estos primeros meses del año. Una palabra que bien puede ser el lema este quince de mayo. Día internacional de la FAMILIA.
Para los que en Cuba estamos habituados a abrazar hasta que duele a los pequeños de casa, a besar tres veces al papá que se va a trabajar, o a correr a sus brazos cuando regresa, este ha sido la primera y por habitual más difícil transformación. Ahora el amor ha tenido que estirarse en dibujos, en versos, en espera.
Hasta las rutinas del abuelito y la escuela han quedado en stand by. Quererse ahora, desde mi experiencia en casa, es recordar el nasobuco y el alcohol antes de salir de casa, diagramar la salida para que siempre alguien entretenga al pequeño, llamar después del parte diario del Doctor Durán a los que están lejos para hablar de las musarañas y la merienda.
Han sido incluso tiempos de superación, en que las abuelas han estrenado las videollamadas de Wasap para aconsejar a los nietos, y las madres descargar con maña los resúmenes que preparan las maestros.
La familia en tiempos de COVID ha entendido que estar lejos también proteger a las suyos, y muchos de esos héroes que han tocado de cerca a la pandemia cuentan los días para que la llegada a casa sea con seguridad total de que no habrá contagio.
Tendría que hablar también de los que han cruzado fronteras, de los aplausos de las nueve, de las estrategias para entretener a los abuelos, más difíciles de sonsacar que los pequeños, de la odisea del teletrabajo para quien tiene locos bajitos encerrados.
Ya se hablará de todo eso, porque las experiencias de estos tiempos han hecho a las familias más compactas, más comprensibles, más nostálgicas. REINVENTARSE es la palabra que prefiero para este día internacional de la FAMILIA. Una reinvención que bien puede multiplicar el amor.
