Un domingo feliz para Adelaida
Esta es una crónica imaginada. Se la dedico a una madre de la que solo conozco su nombre: «Adelaida». Es una caibarienense que sospecho, por cálculos, debe tener más de 70 años, varios hijos, nietos y bisnietos. Por una amiga supe que, vive en el conocido popularmente como Distrito Cañero, del otrora Complejo Agroindustrial «Marcelo Salado Lastra», en el Consejo Popular de Reforma.
Desde el pasado 24 de marzo, pienso siempre en Adelaida. Sospecho que en esa fecha, su rutina, su vida, y también la de su familia cambiaron. A partir de ese día fatídico, sus segundos se volvieron horas, y hasta meses, todos bañados por angustias infinitas y pequeñas esperanzas.
Imagino que en su rostro ahora existe más de una marca, y no se trata de las arrugas propias de los años, sino de las huellas que dejan la tristeza y el dolor inconsolables. Sentimientos, que solo una mamá puede experimentar de manera diferente, por eso del sexto sentido que nos acompaña. El mismo que ante la amenaza hacia nuestra descendencia nos hace crecer como leonas, y ocultar, bien hondo el miedo y la impotencia.
Es este segundo domingo de mayo el día ideal para descubrir a Adelaida. Esa mujer cuya vida cambió el 24 de marzo, cuando para Caibarién se confirmaba el primer caso positivo a la COVID-19. Entonces se vio envuelta en una pesadilla, de la que cuesta despertar. Se llevaron a sus hijos, nietos y bisnietos aislados, el nuevo coronavirus se adueñó de su familia.
Para esta caibarienense, los segundos se volvieron horas, y hasta meses. Llegó el funesto 27 de marzo, y la muerte comenzó a rondar a su prole. Abril, se convirtió en un mes de sobresaltos, esperas por noticias, unas dolorosas y otras consoladoras. Ya dos de sus hijos y un bisnieto, estaban infestados con el SARS-CoV-2. Quedaban ingresados en el Hospital «Manuel Fajardo» de Santa Clara, el mismo centro de la Salud donde habitaban los pensamientos de Adelaida desde hacía más de 15 días.
Ahora llega mayo, el mes de las flores, el del segundo domingo dedicado a las madres. Una añeja y especial festividad que se vislumbra diferente, sin besos, ni abrazos, y mucha necesidad de distanciamiento por la vida. No importan esos acostumbrados halagos, porque como aseverara mi mamá: Día de las madres son todos.
Sin embargo, para Adelaida, la madre de la enfermera Yaquelin Collado Rodríguez, primera caibarienense confirmada con la COVID-19, y la paciente con más tiempo de internamiento hospitalario en Cuba, que ha desafiado como guerrera a la muerte, este domingo pido sea diferente.
Para Adelaida, y todas las madres que han sufrido y sufren las tristezas de esta Pandemia es mi crónica. Para esas bravas mujeres solicito mucho amor y aplausos por la vida.