Letras de Cayo: «The pink bag»
Compartimos desde la página en Facebook de la Casa de Cultura «Manuel Corona Raimundo» de Caibarién, una sección donde el Taller Literario municipal «Antonio Hernández Pérez», publica fragmentos y obras de sus talleristas. Este cuento apareció en el número 4 del boletín del grupo, en diciembre de 2018. El autor firma RGG.
«The pink bag»
Ese domingo pintaba tan aburrido como todos, un silencio espeso invadía las calles y se colaba por las puertas y ventanas; como siempre dormitaba la digestión delante de su decrépito televisor, con los pies sobre el pequeño y multiusos banco de madera. En la otra butaca, el hermano solterón y resabioso babeaba la modorra.
En el barrio solo los más antiguos vecinos sabían que estuvo casada muy joven, con el primer y único hombre en su vida; entonces tenía ella muy buenas formas, acababa de graduarse de maestra y su salario alcanzaba hasta para ir a hoteles dos veces al año; el periodo especial se llevó la juventud, el dinero, las curvas y hasta el marido. Habían pasado tantos años que la gente del barrio bromeaba con su virginidad, creyendo que no había conocido los placeres del sexo.
Así estaba aletargada, cuando un auto negro, enorme se detuvo frente a su puerta»¦ es un «tur», pensó, esa gente no viene pa»´ qui», pero se quedó atenta por si»¦. y vio descender con dificultad a dos gordos enormes y casi idénticos, que le partieron para arriba y la abrazaron ahogándose en lágrimas»¦. ¿quiénes son estos, por Dios? Y allá, en el último rincón de su memoria encontró el parecido con sus primos, aquellos de los juegos de la infancia, los de la tía más cariñosa, que treinta años atrás se robaron un Cayo Largo de la pesca y hasta las playas de Miami no volvieron a mirar para atrás.
«¡Raúl! «¡Aníbal! Exclamó sin saber cuál era uno ni otro, mientras uno de ellos la apretaba contra su panza maciza y los pies no le llegaban al suelo. Así la llevaron hasta el carro: «te trajimos unas cositas» dijo Raúl o Aníbal, y abrió el maletero. Allí sí que se le disparó el corazón, a ella que los jabones del Día del Educador tenían que alcanzarle para todo el año, estos primos le traían lo que fuera»¦ un televisor»¦ no, no tanto, con alguna ropita era suficiente, quizás algún paquete de esos de café de verdad»¦ «¡pero están sacando una maleta rosada! «¡Ay, señor, al fin me oíste!
Vamos pá la casa, dijo Raúl o Aníbal y arrastró su «pink bag», como dijo en una frase que a ella le pareció afeminada, pero cualquiera tiene un primo pájaro, que ya eso no se echa a ver y si es yuma, menos. Y regresaron a la sala de muebles deslucidos. Tengo que calmarme para que no parezca ambición, pensó ella.
Aníbal o Raúl, que a esas alturas daba lo mismo, empezó a desempacar: mira, esta ropa era de mami, se le quedó nuevecita, lo que tú sabes, como era viejita, va y algo no te queda»¦. (Ay, virgencita no permitas que flaquee, si mi tía medía uno setenta, calzaba el cuarenta y dos y pesaba casi trescientas libras)»¦
«¡Gracias, primo, qué bien me viene! (maricón de mierda me cago en tu madre). Pero hay más, mira, la ropita y los zapatos de papi para Tito, tú sabes, papi era andariego, las suelas están gastadas y las camisas tienen huequitos del cigarro, pero pueden servir»¦
(¿SerỦmaricón?»¦ bueno eso ya se sabe, tacaño, hijo e»´ puta) «¡Gracias, primo! Espérate, que eso no es todo, mira, te traje las fotos de la familia porque no voy a cargar con eso para los Estados Unidos y mi hermano tampoco, ahí no queda nadie con vida, tú siempre has sido la más responsable de nosotros, guárdalas. (Ay, ay, respira) Prima»¦. mira Rauli, está llorando de emoción, te lo dije, que a ella le iba a gustar»¦ (Ahhhh, eres Aníbal, mal rayo te parta el culo so cabrón)»¡Mmmmm, Mmmmm! Ya, ya, no nos des más las gracias, tú te lo mereces, un beso, te queremos, by. «¡Hmmmm, hmmmmmmmmmm!
Y regresaron a su auto negro arrastrando la pink bag mientras ella, con la cara violeta, caía al suelo. Entre los vecinos que miraban por las rendijas para enterarse de la visita la llevaron al hospital donde murió dos días después balbuceando con la boca de lado «pink bag» o algo parecido, algunos afirman que pronunciaba una grosería, idea descartada en una profesora tan correcta como ella. El diagnóstico: un accidente cerebro vascular, al parecer por la emoción de ver a sus primos después de treinta años.
Tomado de la página en Facebook de la Casa de Cultura de Caibarién
Imagen tomada de Internet
Edición web: Ileana Fernanda Triana García