Leyenda o realidad, tesoros en los cayos de Caibarién
En la Revista «Villa Blanca», de abril de 1953, del número 46, del Año IV de su publicaciónen Caibarién, aparece el artículo «Leyenda o realidad sobre tesoros ocultos en nuestros cayos«, escrito por el periodista Manuel Menéndez Osorio, y que resulta atrayente.
«Leyenda o realidad sobre tesoros ocultos en nuestros cayos»
De remotos tiempos que rememoramos aún, quedan reminiscencias en el recuerdo, de ciertas leyendas o realidades sobre tesoros ocultos en nuestros cayos. Esa creencia o fantasía alrededor de este hecho, se remonta a la época de los piratas.
Se ha supuesto siempre, que los últimos piratas que operaron por nuestros mares, tenían como uno de sus refugios predilectos para ocultarse y descansar, una vez realizadas sus fechorías, los muy estratégicos remansos que forman cayos como Ensenachos, Guillermo, Cobos y otros parecidos, ideales, por su propicio calado y sendos vericuetos donde esconderse, cuando los amenazaba el peligro de la persecución de los barcos armados que los perseguían con afán de exterminio.
Y de ahí, que se haya insistido, que en esos lugares que hemos nombrado, se vieran forzados los piratas a hacer sus entierros de prendas y dineros «afanados» por tan peligrosos salteadores del mar.
Esta suposición se basa en que, en las últimas batidas que recibieran aquellos forajidos, por las marinas de guerra, a fin de liquidarlos en su totalidad, las fuerzas navales pudieron sorprenderlos en alta mar manteniéndolos a todos, como consecuencia de lo cual quedaron allí depositados esos tesoros ocultos, sin tener nadie conocimiento de su derrotero.
Por esta creencia, de tiempo en tiempo, y en varias ocasiones, se han organizado excursiones a algunos de esos lugares, donde todavía hay indicios de profundas excavaciones como resultado de la infructuosa búsqueda de los supuestos tesoros.
No sabemos por qué instinto de incredulidad y recelo, jamás hemos podido dar crédito o importancia de la veracidad de estas versiones , que siempre nos parecieran pura fantasía de gentes sencillas o impresionantes, animadas por el deseo de inventar leyendas para hablar de algo, o para allegarse a incautos que costearan esas excursiones, romerías o paseos, pudiendo pasar semanas comiendo y bebiendo de lo lindo, a cuenta del que, pudiendo pagar, se interesara en la idea de un súbito enriquecimiento.
Es conocida la historia narrada por un anciano que estuvo presente en Ceuta, el que se decía poseedor de un derrotero que le había sido dado en gratitud , en las últimas horas de la muerte de un negro anciano provinciano a quien atendió solícito el beneficiario durante su enfermedad, de resultas de la cual murió en esa prisión.
Dicho derrotero había sido traducido del inglés al castellano, en un tipo de letra inglesa, por cierto muy correcta. Recordamos de su texto, algo imperfecto que decía así: «Angostura de la Florida, Playa de Indias. Se entrará por un canarreo de poco calado, rodeado de mangles, que da la boca al noroeste, y penetra, bordeando el firme en curva hacia el este, donde existe una pequeña cueva. Al este de dicha cueva hay unos fosos».»
Y la frágil memoria non nos permite recordar más de esto que, viéndolo con nuestros propios ojos, y a pesar de nuestra experiencia infantil, repuntábamos un truco de charlatanes o embaucadores deseosos de procurarse, a costa de un codicioso, un pintoresco y regalado paseo.
Así el periodista caibarienense Manuel Menéndez Osorio escribió su artículo en la popular Revista «Villa Blanca», de cuánto hay de cierto en estos pasajes de la oralidad de Caibarién, queda un inagotable caudal de historias en el imaginario popular que permanezcan como leyenda, o quizás se hagan realidad.
Fuente:
-Revista «Villa Blanca», de abril de 1953, del número 46, del Año IV propiedad del Lic. Lenin Flores Márquez, estudioso de la Historia de Caibarién.
-Fotos: Ernesto Hernández Palencia